Tres días de duelo en Haití por la víctimas de Matthew
Ojo Global Noticias
JEREMIE, Haití — A la salida de un féretro azul claro de una morgue el sábado, numerosas mujeres se tiraron al piso cerca de la instalación, frente a la ciudad de Jérémie, donde ha surgido una crisis humanitaria en medio de la devastación causada por el huracán Matthew.
Las dolientes agitaban sus puños y lloraban. Su angustia aumentó cuando empleados abrieron la puerta del depósito de cadáveres para retirar el cuerpo de Roberto Laguerre, quien murió con su hija de tres años por el temporal que azotó esta semana como tormenta categoría 4 esta localidad en el suroeste de Haití.
«¿Por qué nos abandonaste? ¡Llévame contigo!», gritaba Rita Honore, familiar del fallecido.
Roberto y su hija, Roseberlande, se contaban entre las más de 500 personas que perdieron la vida al paso del huracán por el suroeste de Haití.
Las autoridades temen que enfermedades como el cólera puedan aumentar la cifra de víctimas fatales en la región y que la destrucción de cosechas y la muerte de ganado cause hambruna entre mucha gente.
La cifra precisa de fallecidos a causa de la tormenta seguía siendo incierta.
Guillaume Silvera, funcionario de alto rango de la Agencia de Protección Civil en el departamento de Grand’Anse, ubicado en el extremo suroccidental de la península y que incluye la ciudad de Jérémie, dijo que se habían confirmado 522 fallecimientos, sin incluir a los muertos de diversas comunidades remotas a las que las autoridades no han llegado debido a la caída de puentes y destrucción de caminos.
«Creemos que las cifras irán en aumento», declaro Silvera.
Por su parte, la sede de Protección Civil en Puerto Príncipe, dijo el sábado que su conteo oficial era de 336 muertos en todo el país, incluidos 191 fallecimientos en Grand’Anse.
La UNICEF dijo que solamente en Grand’Anse había 66.000 casas destruidas y 20.000 con daños severos.
«La información recabada de diversas fuentes en el campo deja entrever que la cifra de víctimas (muertos y heridos) será mayor a la de las actuales cifras oficiales», aseguró la agencia en un informe.
En cualquier país resulta difícil precisar el número de fallecidos nada más producirse un desastre natural, aunque el recuento resultaba particularmente complicado en la zona remota y montañosa en el suroeste de
Haití.
Por lo menos 350.000 personas necesitaban asistencia, según proyecciones de las autoridades, y las preocupaciones se intensificaban debido al aumento de casos de cólera luego de las inundaciones generalizadas que causó Matthew.
Unas 10.000 personas han muerto y más de 800.000 han enfermado en al actual brote de cólera, iniciado en 2010 cuando la enfermedad infecciosa llegó al mayor río del país desde una base de Naciones Unidas en la que estaban destacados cascos azules nepalíes.
María Sofia Sanon, trabajadora de salud que supervisa el centro de tratamiento contra el cólera en un rincón del principal hospital de Jérémie, dijo que carecían del equipo suficiente para atender a los pacientes. Parte de las instalaciones funcionaba al aire libre.
En el lugar se veían ramas rotas de árboles esparcidas por el suelo y varias madres jóvenes sostenían los brazos de sus hijos, que tenían la mirada vidriosa y eran rehidratados por vía intravenosa.
«Se supone que no debería darles el sol, pero no tenemos más camas», afirmó Sanon.
En una zona cercana, representantes de la Cruz Roja descargaban mantas, jabón, cloro y otros artículos a medida que la asistencia comenzaba a llegar a las zonas distantes de la península del suroeste de Haití.
«Comienza a aumentar ahora», afirmó Stephane Rolland, coordinadora de la Federación Internacional de la Cruz Roja para Cuba, Haití y República Dominicana.
Diversos equipos de médicos cubanos fueron enviados a aldeas costeras, y las autoridades comenzaron la distribución de alimentos en albergues y en la principal plaza de Jérémie, donde miles de viviendas fueron dañadas o destruidas. A muchas personas en la zona comenzaba a terminárseles la comida.
Jocelyne Saint Preux era parte de la multitud que hacía fila ordenadamente para conseguir comida cuando llegó la asistencia, que incluía alimentos y otros suministros de emergencia facilitados por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés) y que fue transportada en varias flotillas de helicópteros militares.
La madre de tres niños, cuya casa fue destruida, dijo que las autoridades entregaban trigo, frijoles, aceite y sal.
«Sí, trajeron comida, pero no es suficiente», agregó. «No hay agua, no hay carbón».
A medida que la asistencia llegaba a cuentagotas a Jérémie, Jislene Jean-Baptiste inspeccionaba lo que había quedado de la casa de una sola habitación que la abuela compartía con tres de sus hijas y sus nietos.
No quedaba demasiado. Una marejada provocada por el huracán rebasó un camino y alcanzó las pertenencias de Jean-Baptiste. La corriente de agua salada, que llegó hasta la cintura, se llevó el arroz y azúcar que ella almacenaba y vendía para la manutención de su familia. Después el ventarrón arrancó el tejado de la vivienda.
«La tormenta fue lo más aterrador que nos ha pasado aquí», afirmó.
Fox informó desde Puerto Príncipe, Haití.