«Rosita me asusta», miedo a la deportación en un cómic

«Rosita se asusta», un cómic para niños que ilustra el miedo a la deportación, la idea de la autora en buscar un desarrollo pedagógico para que los adultos hablen con los menores sobre sus miedos. 

Ojo Global Noticias

 

Chicago (IL), 13 oct (EFEUSA).- La ilustradora y maestra de origen mexicano Victoria Álvarez recurre a los ojos una niña de 12 años para mostrar a los más pequeños los temores y traumas que sufren los indocumentados que temen ser deportados en su cómic «Rosita se asusta».

 

«Las historias de los indocumentados y deportados están todos los días en las noticias, con un vocabulario que solamente entienden los adultos», explica a Efe Vicko, como la llaman amigos y seguidores.

 

Los niños «interpretan a su manera lo que ven», por lo que la autora quiere enseñarles a través de un cómic interactivo a interpretar la realidad «a través de los ojos de Rosita», una niña que un día ve cómo detienen a un vecino para ser deportado.

 

Este hecho «realmente raro» pone a pensar a la pequeña, que comienza a temer por el futuro de su hogar, donde su madre, soltera, es su único sostén.

 

Rosita relata en las viñetas que vio llegar a unos desconocidos a donde vive. «Parecían policías, pero no estoy segura», dice, para en otro recuadro explicar que se oyeron gritos y abrió la «puerta para escuchar mejor», pero entonces su madre la cerró inmediatamente para alejarla del peligro.

 

«El señor Vidal es mi vecino del piso de abajo, miro por mi ventana y veo que la gente extraña se lo lleva», dice la niña al relatar, sin saberlo, una detención realizada por supuestos agentes de Inmigración.

 

En la ficción, la madre de Rosita no la dejó salir a la calle durante dos semanas por temor, lo que hace que la niña pregunte al lector: «Y a ti, qué te da miedo».

 

Vicko dice que «hay muchas Rositas» en Chicago (Illinois), donde vive, o en la ciudad texana de Dallas, donde nació. Niñas que fueron sus compañeras en la escuela y que ahora ve jugando en el vecindario de Humboldt Park.

 

«Muchas veces no nos damos cuenta de que les pasamos el miedo a los niños, al decirles que no le cuenten a nadie que no tienen papeles, que tengan cuidado con los policías o los que vengan a golpear la puerta», agrega.

 

La autora afirma que su intención original fue escribir un libro sobre el miedo en general, como continuación de su primer cómic, «ScholaR Gets Angry», pero finalmente decidió enfocarse en el temor a la deportación como una herramienta educativa.

 

Este libro, pensado para niños de entre 9 y 12 años, está «diseñado como un instrumento pedagógico para el aprendizaje social y emocional culturalmente relevante de todos los niños, pero especialmente los niños indocumentados o que tienen familiares indocumentados», señala la editorial.

 

«Mi meta es alentar a los adultos para que ayuden a crear espacios donde los niños puedan hablar sobre sus temores», dice la autora, cuyos padres llegaron como indocumentados en la década de 1980, pero ya regularizaron su estatus migratorio.

 

Al mismo tiempo que crea un cómic sobre una niña indocumentada, Vicko confía en que su historia pueda cambiar la cultura y convivir en un mundo infantil habitado generalmente por súper héroes «güeros (rubios)», aunque su protagonista es «bien diferente».

 

Vicko ha colaborado con grupos proinmigrantes de Chicago como Comunidades Organizadas contra las Deportaciones para incorporar en sus trabajos materiales que promueven los derechos de los inmigrantes, para que estén preparados para las redadas y posibles interrogatorios de agentes migratorios.

 

«Rosita se asusta» incluye además un apartado de actividades y un glosario con términos relacionados con inmigración y consejos prácticos sobre cómo actuar en el supuesto caso de una redada, además de una explicación de la diferencia entre policías y agentes de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE).

 

Aunque sus padres ya tienen papeles, Vicko explica que tiene primos de su edad que no han podido regularizar su estatus migratorio, por lo que el miedo a las deportaciones y la separación es algo «latente» en su familia, como en la de los millones de indocumentados que viven en el país.

 

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