REPORTE ESPECIAL-Ivanka Trump y el fugitivo de Panamá

Ojo Global Noticias.

 

Por Ned Parker, Stephen Grey, Stefanie Eschenbacher, Roman Anin y Brad Brooks.

 

CIUDAD DE PANAMÁ/TORONTO (Reuters) – En la primavera de 2007, una serie de extranjeros, muchos de ellos provenientes de Rusia, llegaron al aeropuerto de la Ciudad de Panamá para ser recibidos por un chofer que los condujo en un Cadillac blanco con el logo de Donald Trump en un costado.

 

La limusina pertenecía a una empresa encabezada por un exvendedor de autos brasileño llamado Alexandre Ventura Nogueira, que ofrecía a los visitantes la oportunidad de invertir en el último proyecto de Trump: una torre de 70 pisos bautizada Trump Ocean Club International Hotel and Tower.

 

Era el primer hotel internacional de quien se convertiría en presidente de Estados Unidos, un conjunto que incluía departamentos residenciales y un casino en un edificio en forma de vela frente al mar.

 

«Nogueira era un extrovertido y animado joven,» recordó Justine Pasek, quien fue coronada Miss Universo por Donald Trump en 2002 y actuaba como portavoz del negocio de Nogueira, Homes Real Estate Investment & Services, en 2007. «Todo el mundo estaba impresionado por Homes, que parecían estar en la cima del auge inmobiliario del momento».

 

Una de las personas a las que Nogueira quería impresionar era Ivanka, la hija de Trump. En una entrevista con Reuters, Nogueira dijo que se reunió y habló con Ivanka «muchas veces» cuando ella manejaba la participación de Trump Organization en el emprendimiento de Panamá. «Ella se acordaría de mí» dijo.

 

Ivanka estaba tan encantada con su habilidad para las ventas, dijo Nogueira, que le ayudó a llegar a ser uno de los principales agentes del desarrollo e, incluso, apareció con ella en un video promocionando el proyecto.

 

Una investigación de Reuters, en conjunto con la cadena estadounidense NBC News, sobre el financiamiento del Trump Ocean Club reveló que Nogueira fue responsable de entre un tercio y la mitad de las ventas anticipadas del proyecto.

 

Además descubrió que hizo negocios con un colombiano que más tarde fue condenado por lavado de dinero y ahora está detenido en Estados Unidos, con un inversionista ruso que fue enviado a prisión en Israel en la década de 1990 bajo cargos de secuestro agravado por amenazas de muerte, y con un inversor ucraniano que fue arrestado por presunta trata de personas mientras trabajaba con Nogueira y más tarde fue condenado por una corte en Kiev.

 

Tres años después de participar en el proyecto Trump Ocean Club, Nogueira fue detenido por las autoridades panameñas bajo cargos de estafa y falsificación no relacionados con el emprendimiento de Trump. Después de haber sido liberado con una fianza de 1,4 millones de dólares, huyó del país.

 

Nogueira dejó atrás un rastro de personas que afirman que él las engañó, incluyendo en el caso de los departamentos en el proyecto Trump. Las denuncias acabaron en al menos cuatro casos criminales que ocho años después no han sido juzgados aún.

 

A sus 43 años, Nogueira niega las acusaciones y dijo a Reuters en un correo electrónico: «No soy un ángel, pero tampoco un diablo».

 

Ivanka Trump declinó hacer comentarios sobre sus negocios con Nogueira. Un portavoz de la Casa Blanca remitió las preguntas a la Trump Organization. Alan Garten, jefe de asuntos jurídicos de la empresa, dijo: «Nadie en la Trump Organization, incluyendo la familia Trump, tiene recuerdos de haberse reunido o hablado alguna vez con esa persona».

 

Trump puso su nombre al desarrollo y llegó a ganar hasta 75 millones de dólares con él, según el prospecto de un bono para el proyecto. El empresario no tuvo control administrativo sobre la construcción ni tampoco la obligación legal directa de investigar a otras personas involucradas.

 

Aún así, algunos expertos en asuntos legales dijeron que el episodio plantea preguntas sobre los pasos que dio Trump para revisar de dónde venían los ingresos del proyecto.

 

Arthur Middlemiss, exayudante del fiscal de distrito en Manhattan y exjefe del programa global de anticorrupción de JPMorgan, dijo que como Panamá era «percibido como muy corrupto», quien haga negocios allá debería investigar a las otras personas involucradas en sus proyectos. Si no lo hicieran, dijo, corren el potencial riesgo de ser responsables bajo la ley estadounidense de mirar para otro lado si hay un delito.

 

Jimmy Gurule, un profesor de Derecho de la Universidad de Notre Dame, en el estado de Indiana, y exsubsecretario del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, coincidió. Además dijo que, por una simple cuestión de ética, los empresarios deberían evitar trabajar con «cualquiera con un potencial vínculo con el crimen».

 

Reuters no pudo determinar qué averiguaciones previas hizo Trump en relación con el proyecto Ocean Club.

 

La Casa Blanca remitió las preguntas de Reuters sobre el desarrollo Ocean Club a la Trump Organization. Garten dijo que el papel de la Trump Organization en ese proyecto «estuvo todo el tiempo limitado al licenciamiento de su marca y a proporcionar servicios de administración. Como la compañía no era la dueña ni el desarrollador, no estaba involucrada en la venta de unidades en la propiedad».

 

De acuerdo con Garten, la Trump Organization «nunca tuvo ninguna relación contractual o comercial significativa» con Nogueira.

 

Nueve exsocios o empleados de Nogueira entrevistados por Reuters lo acusaron de engañarlos a ellos y a sus clientes. Dos de los nueve emprendieron acciones legales contra Nogueira, pero esos casos todavía tienen que ser juzgados.

 

Cuando fue contactado por Reuters inicialmente, Nogueira no quiso responder preguntas. En un correo electrónico que escribió el 4 de octubre dijo: «Cualquier cosa que diga podría dañar a muchas personas importantes y poderosas. No estoy seguro de querer hacer eso».

 

Pero más tarde aceptó reunirse. En una larga entrevista, describió sus contactos con la familia Trump y su papel en el proyecto Ocean Club. Dijo que solamente cuando el proyecto Ocean Club estaba casi terminado supo que algunos de sus socios e inversores en el proyecto eran criminales, incluyendo lo que él describió como conexiones con la «mafia rusa».

 

Nogueira dijo que no había lavado dinero sucio a sabiendas en el proyecto Trump, aunque sí confesó que más tarde lavó efectivo a través de otros esquemas para funcionarios corruptos de Panamá.

 

El vendedor dijo que no era su trabajo chequear el origen del dinero que usaban los inversionistas para comprar departamentos en el Trump Ocean Club. «No sabía que el dinero venía de algo ilegal. Mientras hicieran transferencias y no fuera en efectivo, no estaba preocupado por el origen del dinero», sostuvo.

 

Nogueira dijo que nadie lo interrogó sobre el origen de los fondos. «Nadie me preguntó nunca. Los bancos no preguntaron. Los desarrolladores no preguntaron. La Trump Organization no me preguntó. Nadie me preguntó: ‘¿Quiénes son tus clientes? ¿De dónde viene el dinero?'», aseguró.

 

No está claro cuánto dinero lavado, si acaso alguno, acabó en el proyecto Trump.

 

Las fuentes del dinero para otros proyectos inmobiliarios en los que Trump licenció su nombre han estado bajo escrutinio este año. En marzo, una revisión de Reuters halló que al menos 63 personas con pasaportes o direcciones rusas compraron propiedades con un valor combinado de 98,4 millones de dólares en siete torres de lujo con la marca Trump en el sur de Florida.

 

Entre los compradores figuraban hombres de negocios con conexiones políticas y funcionarios rusos de segundo y tercer nivel. En respuesta a esta historia, Garten, el abogado de la Trump Organization, dijo que el escrutinio sobre los vínculos comerciales con Rusia son inapropiados y que la nota es «exagerada».

 

 

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The Trump Ocean Club International Hotel and Tower is shown in Panama City

ALTO NIVEL DE VIDA

La participación de Donald Trump en el Ocean Club empezó en 2005, cuando el promotor local Roger Khafif viajó a la Torre Trump en Nueva York para presentar la idea de un proyecto en Panamá. Khafif contó que le dijo al magnate estadounidense que sólo tenía que licenciar su nombre y aportar la administración del hotel.

 

Esta manera de hacer negocios liberó a Trump de la carga de adquirir una participación o de realizar una garantía personal.

 

En una entrevista con Reuters, Khafif recordó que Trump quiso usar el proyecto de Panamá como el «bebé» de su hija Ivanka, que recién había entrado en la Trump Organization, para ganar experiencia en el negocio de bienes raíces.

 

El plan era que Newland International Properties Corp, de la que Khafif era presidente y que estaba a cargo del desarrollo, financiara la construcción con un bono asumido por Bear Stearns, el banco de inversiones estadounidense. La entidad, que colapsó en 2008, fue comprada por JPMorgan, que no quiso hacer comentarios.

 

Para colocar el bono, el desarrollador necesitaba demostrar que podía vender los apartamentos. Y aquí es donde entró Nogueira. El brasileño llegó a Panamá a mediados de la década del 2000 desde España, donde había trabajado vendiendo autos.

 

Nogueira ya había tenido roces con la ley. En septiembre 2005, en una notificación oficial publicada en internet, el Ministerio de Economía español dijo que había iniciado procedimientos para multar a Nogueira por supuesta «infracción grave» de las leyes contra el lavado de dinero del país.

 

El proceso fue concluido cerca de nueve meses después, porque los funcionarios no pudieron determinar el paradero de Nogueira. El ministerio declinó hacer comentarios. Nogueira dijo que era un incidente trivial, causado porque transportaba demasiado de su propio dinero en efectivo por un aeropuerto.

 

Una vez en Panamá, Nogueira se hizo famoso por sus amistades con políticos, su amor por los autos deportivos Aston Martin y relojes caros y, como recordó un exsocio, por «no usar nunca los mismos zapatos –sin importa cuan caros– por más de tres meses».

 

Nogueira dijo que se involucró con el proyecto Trump Ocean Club durante reuniones tempranas de ventas en 2006 en Panamá, organizadas por Khafif, a quien ya conocía.

 

Ivanka Trump y otros agentes de bienes raíces estaban allá, dijo. Él recordó haber escuchado cuando discutieron un precio mínimo de 120.000 dólares por condominio. Nogueira dijo que se levantó y apuntó que el precio era del nivel cobrado en desarrollos ordinarios. «Aquí está vendiendo Trump. Hay que darle un valor a ese nombre. ¡Que sean 220.000 dólares!».

Ivanka respondió: «¿Puedes venderlo?», según el vendedor.

 

Nogueira dijo que pidió una semana para probarse a sí mismo. Y dentro del plazo logró reunir depósitos para más de 100 departamentos. Después de eso Khafif lo hizo un agente líder con una comisión del 5 por ciento de las ventas brutas, recordó.

 

Cuando se le preguntó por el relato de Nogueira de la reunión, Khafif sostuvo que «la mayoría de lo que dijo era verdad» y que recordaba que Nogueira se reunió con Ivanka «un par de veces».

 

Nogueira dijo que en los meses siguientes discutió la promoción y las ventas con Ivanka en Panamá, Miami y Nueva York. También dijo que fue parte de un grupo, junto con Khafif, que viajó con Ivanka en un jet privado para evaluar un lugar prospectivo para otro proyecto Trump en Cartagena, Colombia.

 

Aunque Donald Trump no era el dueño del proyecto en Panamá, la Trump Organization participó en muchos detalles, incluso hasta «elegir los muebles y el equipamiento», dijo Nogueira. El proyecto era asignado a Ivanka en forma cotidiana. «Hablé con ella muchas veces, muchas veces». También se reunió con Donald Jr. y Eric Trump.

 

Ivanka Trump no respondió a las solicitudes de comentarios sobre Nogueira. Garten, el abogado de la Trump Organization, describió el contacto entre Nogueira y los Trump como «insignificante». El representante legal dijo que esas reuniones y eventos «pueden haber sido memorables» para Nogueira, pero para Ivanka y el resto de la familia habrían sido «solo una de las literalmente cientos de apariciones públicas que se les pidió hacer ese año».

 

Ivanka y los hijos de Trump aparecieron públicamente en eventos de inauguración de la torre, hicieron videos promocionales para el proyecto y manejaron la participación de Trump.

 

Nogueira dijo que uno de los videos fue encargado por él. Ivanka ayudó a organizar el acceso a la Torre Trump en Nueva York para algunas secuencias. «En este video que hicimos, yo estaba hablando y ella estaba hablando».

 

Cuando Univision, una cadena de televisión estadounidense en español, mencionó por primera vez el papel de Nogueira en el proyecto Trump en una nota publicada en 2011, Eric Trump respondió que Nogueira era un vendedor no afiliado.

 

«He buscado y nunca he escuchado su nombre, ni aparece en nuestra base de datos. Lo que encontré es que (Nogueira) es propietario de una agencia de bienes raíces en Panamá que vende departamentos en nuestro edificio como tercero,» dijo a la cadena.

 

Cuando se le preguntó este mes por el comentario de Eric Trump en respuesta al reporte de Univision, la Trump Organization dijo que la compañía nunca tuvo vínculos con Nogueira ni lo conocía.

 

 

A pesar de un tercero, Nogueira y sus socios tuvieron un rol importante en el éxito del proyecto Trump, según entrevistas con exempleados clave en Homes, desarrolladores, inversores y abogados, y un análisis de registros corporativos en Panamá y otros documentos públicos.

 

Homes representó hasta la mitad de los 666 apartamentos que fueron vendidos por anticipado al prospecto del bono, dijeron personas involucradas en el proyecto a Reuters.

 

Eleanora Michailov, una rusa que se instaló en Canadá, era la directora ventas internacionales de Nogueira. La mujer recordó que él vendió la tercera parte del edificio, alrededor de 200 apartamentos. Otra agente de venta de Homes, Jenny Levy, pariente por matrimonio del desarrollador Khafif, dijo que ella sola vendió 30 departamentos.

 

«¡Vendimos la mitad del edificio, nena! Homes vendió la mitad», dijo Levy en una entrevista por teléfono. Nogueira dijo que él y sus agentes alrededor del mundo vendieron entre 350 y 400 apartamentos y unidades del hotel.

 

Khafif, presidente y copropietario del desarrollador, Newland, dijo que no estaba seguro del número exacto, pero que Nogueira probablemente había vendido hasta 300 unidades. «Todo el mundo estaba haciendo cola para trabajar con él (…) En esa época era el mejor agente de bienes raíces de la ciudad», dijo.

 

Homes halló un mercado listo en Rusia. «A los rusos les gusta presumir», dijo Khafif, que participó de varios viajes de venta a Moscú. «Para ellos, Trump era el Bentley» de los bienes raíces.

 

Michailov dijo que se les pedía a los inversores en el Ocean Club pagar un 10 por ciento como adelanto por uno de los departamentos y dijo que el precio promedio de las unidades fue de alrededor de 350.000 dólares.

 

Los compradores tenían que pagar un total del 30 por ciento en un año, de acuerdo con el prospecto del bono, y Homes organizó la inversión estableciendo compañías panameñas para que los clientes sostuvieran acuerdos de preventa con la empresa de Khafif, Newland.

 

De acuerdo con registros corporativos de Panamá, durante 2006 y 2007 se registraron al menos 131 compañías controladoras que incluían alguna combinación de las palabras «Trump» y «Ocean» en su nombre (Trump Ocean 1806 Investment Corp, por ejemplo), todas para fines de acuerdos de preventa y la mayoría de ellas del grupo Homes.

 

En muchos casos, la identidad de los compradores no quedaba clara. Nogueira y otros empleados de Homes involucrados dijeron que las leyes panameñas de la época no obligaban a identificar a los propietarios.

 

No obstante, Igor Anopolskiy, quien en 2007 era el representante de Homes Real Estate en Kiev, aparecía como director de cuatro compañías de inversión Trump Ocean. Registros policiales muestran que fue arrestado en marzo de ese año por presunto tráfico de personas, liberado un año después bajo fianza, y detenido de nuevo en 2013.

 

En 2014, una corte de Ucrania le dio una sentencia suspendida de cinco años de prisión que fue reducida a tres años probatorios por delitos como contrabando de personas y falsificación, sin relación al proyecto Trump.

 

Entrevistado en Kiev, Anopolskiy dijo que hubo corrupción policiaca en el caso y negó haber cometido ningún delito.

 

La caída de Nogueira fue propiciada por un empresario colombiano llamado David Murcia Guzmán. Murcia fue imputado por lavado de dinero en noviembre de 2008, primero en Colombia y luego en Estados Unidos, y sentenciado a nueve años de prisión en Estados Unidos por conspirar para lavar dinero del narcotráfico. Después de cumplir seis años, se espera su deportación a Colombia, de acuerdo con su abogado Robert Abreu.

 

El gobierno de Colombia dice que Murcia cumplirá una condena de 22 años a su regreso por cargos que incluyen lavado de dinero. Murcia no obtuvo permiso de las autoridades estadounidenses para responder a las preguntas de Reuters.

 

Días después de las acusaciones contra Murcia, la atención se centró en Nogueira. Roniel Ortiz, exabogado de Nogueira y Murcia, dijo que Nogueira se había ofrecido a lavar dinero de Murcia comprando departamentos a su nombre. Murcia «no podía llevar su dinero al banco», dijo Ortiz, así que Nogueira «se ofreció a ver cómo podía ayudar».

 

Ortiz dijo que no sabía cuánto del dinero de Murcia se había usado en el proyecto de Trump, si es que se invirtió algo. Nogueira dijo que Murcia le entregó un millón de dólares para invertir en propiedades en Panamá, que Nogueira usó para pagar depósitos para hasta 10 departamentos del proyecto Trump, entre otras inversiones. Nogueira agregó: «No era un mal tipo; no creo que todo en esas acusaciones sea verdad».

 

En 2013, Nogueira comentó en conversaciones grabadas de forma secreta por un exsocio comercial, que había lavado dinero como un servicio, moviendo decenas de millones de dólares a través de contactos en Miami y las Bahamas.

 

«Más importante que lavar el dinero de bienes raíces, era poder lavar el dinero del narcotráfico; había sumas mucho más grandes», dijo en la grabación. «Cuando estaba en Panamá, lavaba regularmente dinero para más de una docena de empresas».

 

La grabación fue escuchada por Reuters y verificada por cinco personas que conocen a Nogueira.

 

En comentarios a Reuters, Nogueira dijo que no recordaba haber hecho esas declaraciones y negó haber lavado dinero para el proyecto Trump o manejar recursos del narcotráfico. Asimismo, dijo que después de que su negocio de bienes raíces colapsó en 2009, estuvo involucrado en el manejo de dinero de funcionarios corruptos y políticos, y que se involucró en esquemas corruptos para vender visas panameñas.

 

 

LA CONEXIÓN RUSA

Para muchos involucrados en la historia del Trump Ocean Club de Panamá, algo importante ocurrió en una cálida y despejada noche a inicios de 2007.

 

El lugar fue Mar-a-Lago, el club privado de Trump en Florida. Los vendedores, clientes y potenciales clientes, cuyo buen juicio y dinero harían posible avanzar en la construcción del proyecto en Ciudad de Panamá, saltaban de sus Lamborghinis y Porsches a la alfombra que les daba la bienvenida.

 

Entretenidos con bebidas, música y chistes de la celebridad de televisión estadounidense Regis Philbin, los invitados lograron conocer y saludar a Trump y a sus hijos Donald Junior, Eric e Ivanka. El evento fue organizado para celebrar una exitosa campaña de ventas y para intentar concretar algunas más.

 

La Trump Organization no comentó sobre la fiesta. Philbin dijo a Reuters que no recordaba el evento, pues ocurrió hace 10 años. «Solía estar mucho con él (Trump)», dijo Philbin. «Éramos buenos amigos».

 

Nogueira dijo que estuvo en la fiesta y que ahí se reunió con Trump «por primera y única vez». Recordó: «Nos presentaron y dijeron: ‘Ese es el tipo que vende Panamá’ y me agradeció. Sólo charlamos por dos o tres minutos».

 

Además de Nogueira, los invitados incluyeron personas relacionadas con el proyecto como inversionistas o vendedores, algunos originarios de Rusia o la antigua Unión Soviética. Entre ellos, en la delegación de Homes y vistiendo un traje oscuro, estaba Alexander Altshoul, nacido en Bielorrusia.

 

«A los rusos les gustan sus marcas», dijo Altshoul a Reuters al explicar por qué los inversores se sentían atraídos por Trump. «El momento era el correcto, especulaban. Muchos esperaban sacar ganancias».

 

Altshoul, que es ciudadano canadiense, aparecía como «socio» y «propietario» de la compañía Homes en su sitio de internet en 2007. Se involucró con Homes después de mudarse a Panamá desde Toronto e invertir en el proyecto Trump con familiares y amigos, haciendo depósitos para 10 departamentos y una unidad del hotel.

 

Entre sus socios en esa inversión, de acuerdo con Altshoul y registros corporativos en Panamá, había un moscovita llamado Arkady Vodovosov. En 1998, Vodovosov fue sentenciado a cinco años de prisión en Israel por secuestro y amenazas de violencia, de acuerdo con registros de la corte.

 

En una entrevista telefónica, Vodovosov dijo que las investigaciones sobre su implicación en el proyecto de Trump son disparates. «Estuvimos en Panamá muy poco tiempo y salimos de ahí hace mucho tiempo», dijo negándose responder más preguntas.

 

Altshoul asistió a la fiesta Mar-a-Lago con otro socio de Homes, Stanislau Kavalenka, recordaron asistentes. Kavalenka era otro emigrante canadiense originario de la ex Unión Soviética.

 

En diferentes momentos, tanto Altshoul como Kavalenka enfrentaron acusaciones de estar relacionados con el crimen organizado, pero sus cargos fueron retirados.

 

En el caso de Altshoul, la policía de Toronto presentó cargos en abril de 2007, mientras él promovía el proyecto Trump. Fue acusado de estar implicado en un esquema de fraude hipotecario, no relacionado con el proyecto de Panamá, que involucraba el envío de fondos a través de Letonia. El caso fue desechado un año después.

 

En una declaración, el gobierno de Canadá dijo que es su deber «retirar cargos cuando no hay probabilidades reales de condena o si no es del interés público continuar». No abundó en el caso. Altshoul dijo que la decisión demostró su inocencia.

 

En 2004, procuradores canadienses acusaron a Kavalenka de proxenetismo y secuestro de prostitutas rusas. El caso fue retirado en 2005, luego de que las presuntas prostitutas, quienes eran las principales testigos, no se presentaron a la corte. Kavalenka, que está prófugo, no respondió a preguntas sobre su papel en el proyecto de Trump enviadas a través de su familia en Canadá.

 

Nogueira dijo que Altshoul y Kavalenka se habían integrado a Homes juntos, primero como clientes y luego como socios. Altshoul le dijo que él había tenido dificultades, «pero que se habían resuelto, y no era mi problema», según Nogueira.

Nogueira también dijo que después de haber leído del caso de Kavalenka en Toronto en Google, Kavalenka le dijo: «Estaba haciendo trabajar a algunas chicas. Así ganaba dinero, pero fui absuelto».

 

VENDIDOS COMO PAN CALIENTE

En los meses posteriores a la fiesta en Mar-a-Lago, las perspectivas para todos los involucrados en el Trump Ocean Club lucían prometedoras. En medio de una burbuja global de bienes raíces y con un discurso exitoso, las ventas sobrepasaron las expectativas.

 

En noviembre de 2007 se emitió un prospecto de bonos a fin de levantar los fondos para la construcción. Para finales de junio de ese año, decía el prospecto, el proyecto había «prevendido aproximadamente el 64 por ciento de los condominios y unidades comerciales», garantizando al menos 278,7 millones de dólares al término del proyecto.

 

Trump dijo después, en un video promocional en 2011 previo a la apertura, que el proyecto se había vendido «como pan caliente».

 

Pero no todo el dinero recibido en la campaña de preventa habría sido canalizado para fondear el proyecto. Nueve exsocios y empleados de Nogueira entrevistados por Reuters afirmaron que en el Ocean Club y otros desarrollos Nogueira no entregó a los desarrolladores el dinero que había recibido o vendió las mismas propiedades a más de un cliente, lo que resultó en que al completarse los proyectos algunos clientes no tenían derechos claros sobre las propiedades.

 

Aún se desconoce exactamente cuántos departamentos fueron vendidos por partida doble. Michailov dijo que 10 de 80 departamentos en la torre Trump que ella vendió habían sido vendidos también por Nogueira a otros.

 

Demandas en Panamá y quejas escritas vistas por Reuters registran al menos seis instancias de presunto fraude por Nogueira, tanto en el proyecto Trump como en otros. Dos de las quejas vistas por Reuters estaban en los llamados «Panama papers», documentos de una firma de abogados local que fueron filtrados por el diario Süddeutsche Zeitung y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación.

 

Ortiz, ex abogado de Murcia y Nogueira, dijo sobre el proyecto con la marca Trump: «Cuando el edificio estuvo finalizado y la gente llegó para buscar sus departamentos, se encontraron entre sí; dos o tres personas peleando el mismo departamento».

 

Las quejas contra Nogueira, incluyendo acusaciones de fraude en las ventas del Trump Ocean Club, resultaron en cuatro casos criminales en su contra en Panamá, que culminaron con su arresto en mayo de 2009 por cargos de fraude.

 

Nogueira dijo que las ventas duplicadas ocurrieron por cambios en las especificaciones del edificio. Dijo que él nunca vendió de forma deliberada un departamento dos veces. Y aseguró que no todos perdieron dinero en sus inversiones y que la mayoría de los que perdieron lo hizo por decisiones de inversión malas o desafortunadas.

 

«Si estás buscando ganar dinero fácil con la especulación, entonces debes aceptar que hay un riesgo», sostuvo.

 

Liberado bajo una fianza de 1,4 millones de dólares, Nogueira continuó viviendo en Panamá hasta 2012, cuando huyó a su natal Brasil a pesar de una prohibición para salir del país, para después huir de nuevo.

 

Karen Kahn, fiscal federal en Sao Paulo, reveló que Nogueira estaba bajo una investigación federal por lavado internacional de dinero, un caso desatado por varias transferencias bancarias que terminaron en sus cuentas desde Panamá.

 

Nogueira, quien rechazó revelar dónde vive ahora, aceptó reunirse con Reuters y NBC News el 13 de noviembre en un lugar neutral, bajo la condición de que no se revelara la ubicación.

 

Nogueira dijo que había una orden de arresto en su contra en Panamá. «Claro que en este momento puedo ser considerado por el sistema de justicia un prófugo. Pero hay dos versiones para todo».

 

Los presuntos fraudes no fueron el único costo para los inversionistas. Después del colapso global de los bienes raíces de 2008, cualquier posibilidad de ganancia rápida con el proyecto Trump se esfumó.

 

Cuando el proyecto Trump Ocean Club se completó en 2011, muchos inversionistas habían retirado y perdido sus depósitos en vez de desembolsar el 70 por ciento que debían. Los bonistas perdieron también, después de que la compañía de Khafif, Newland, cayera en incumplimiento de pagos y el bono fuera reestructurado.

 

Hubo alguien que aun así tuvo ganancias: Donald Trump.

 

Sin importar las pérdidas que los inversionistas pudieran sufrir, bajo el acuerdo de licencia de Trump, detallado originalmente en el prospecto del bono, el futuro presidente de Estados Unidos tenía garantizado su pago.

 

Registros de la bancarrota de Newland de 2013 en corte indican que Trump accedió a reducir su cuota, pero que aún ganó entre 30 y 50 millones de dólares por haber prestado su nombre al proyecto.

 

 

 

 

(Reporte de Ned Parker desde Nueva York y Toronto, Stephen Grey en Londres, Stefanie Eschenbacher y Christine Murray en Ciudad de Panamá, Brad Brooks en Americana, Brasil, y Roman Anin; reporte adicional de Nathan Layne en Nueva York y Toronto, Elida Moreno en Ciudad de Panamá, Angus Berwick en Madrid, Tom Bergin en Londres y Denis Dyomkin y Anna Mehler Paperny en Toronto. Esta historia fue reporteada en asociación con Organized Crime and Corruption Reporting Network; OCCRP; , un grupo periodístico sin ánimo lucro: Roman Anin en Moscú y Tel Aviv, y Anna Babinets y Elena Loginova en Kiev; traducido al español por Sheky Espejo y Stefanie Eschenbacher; editado en español por Pablo Garibian y Carlos Serrano)

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