¿Qué pierde Venezuela al salir de Mercosur?
Por Frank López Ballesteros
Ojo Global Noticias
A pesar de que el presidente Nicolás Maduro y la Canciller Venezolana Delcy Rodríguez, afirman que su nación no puede ser expulsada del Mercosur, los miembros fundadores como Uruguay y Paraguay, junto con los votos seguros de Argentina y Brasil, concretaran la salida definitiva de Venezuela de la alianza comercial.
La decisión de imponer un lapso de noventa días a Venezuela para que termine de incorporar a su legislación los tratados, protocolos y acuerdos del Mercosur, trae con dolor de cabeza al Gobierno, pero a cuatro años del ingreso pleno al bloque los venezolanos se preguntan de qué ha servido estar allí.
A simple vista el concepto del Mercado Común del Sur (Mercosur) impacta con el modelo imperante en Venezuela, o al menos el que se construyó al margen de la revolución bolivariana de Hugo Chávez, ahora bajo tutela del presidente Nicolás Maduro.
“El acuerdo con Mercosur nos favorece potencialmente porque abre la oportunidad de acceder a ese gran mercado. Es la quinta economía mundial, te da posibilidad de ir en bloque a discutir puntos y temas centrales”, explica Kenneth Ramírez, un internacionalista y doctor en ciencias políticas que dirige el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (Covri).
Pero “fue una oportunidad que no se supo aprovechar, por eso hay que aclararlo, el beneficio es potencial”, lamenta Ramírez, quien sugiere que a Venezuela “no le ha servido Mercosur no tanto por el bloque, sino por las políticas del Gobierno Nacional, que hace el modelo incompatible por completo».
Caracas concibió a Mercosur como arma política en su aspiración de construir una alianza antiestadounidense. Un mercado de 300 millones de potenciales “antiimperialista”, en la concepción de Chávez, hacían el bloque demasiado atractivo.
El Gobierno de Venezuela iza su bandera contra las políticas de mercado y la liberalización comercial que son la médula espinal del Mercosur, una de las razones por las que en cuatro años el Gobierno no adaptó las cerca de 400 resoluciones del bloque.
Con el ingreso al Mercosur teóricamente Venezuela debía abrir su mercado a la libre circulación de los productos de los países miembros (Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina y Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú como países asociados), potenciar las exportación de bienes nacionales a medida que se daba espacio a la circulación de ciudadanos del bloque para trabajar y residir sin contrariedad, por nombrar dos medidas clave.
Contrariedades de fondo
Opuesto al sentido del bloque, el chavismo profundizó los controles a las importaciones y exportaciones convirtiendo al Estado en vendedor y comprador de los bienes. El aparato estatal como distribuidor de mercancías y servicios, en detrimento del sector privado, terminó por asfixiar a los empresarios de la pequeña, mediana y gran industria.
Al Gobierno se le recomendó “facilitar el acceso (en tiempos y montos) de divisas para insumos al sector productivo, con prioridad al orientado a la exportación. Alinear las políticas públicas de desarrollo industrial con la producción de productos orientados a la exportación y demandados por el Mercosur, como se hiciera en el pasado en la Comunidad Andina y en el Grupo de los Tres (G3)”, explicaba en una ponencia Eduardo Porcarelli, un prominente experto en comercio internacional de la Universidad Central de Venezuela.
Nada de esto se hizo. Por el contrario el Estado aumentó su presencia en la economía y a duras penas se organizaron foros de promoción de exportaciones por medio del Banco de Comercio Exteriores (Bancoex) venezolano que lograron “promesas de inversión” por 141 millones de dólares en 2016.
En un principio se temía que la entrada masiva de bienes y productos de los países más industrializados como Brasil o Argentina podían destruir el aparato nacional, pero resultó que fue el propio modelo edificado por el Gobierno el que minó la economía, con 700% de inflación estimada para el cierre de 2016 según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Economía fallida
La destrucción del aparato productivo nacional conforme el Gobierno priorizó las importaciones, por ejemplo, de alimentos desde Brasil, Uruguay, Argentina y Paraguay, del Mercosur, convirtieron a Venezuela desde 2012, cuando fue aceptado como miembro pleno, en la única nación de esa alianza donde la compra de bienes superó a las exportaciones.
Un caso, un ejemplo
Si se compara con otros países de la alianza, el caso paraguayo ilustra el poco provecho que Caracas ha sacado. Solo en 2015 el Mercosur adquirió 24% del total de los productos originarios exportados por Paraguay.
El bloque regional se convirtió en el principal destino de las exportaciones paraguayas, llegando a totalizar compras por valor de $1.518 millones, inferior en 22% frente a los $1.955 millones que se exportó en 2014.
La libre circulación y residencia de personas dentro de los países miembros es una ventaja de la que estaban disfrutando a medias los venezolanos en algunas naciones del bloque como Argentina y Uruguay que tienen ciertos beneficios para los ciudadanos del Mercosur.
Sueños frustrados
Hasta 2012 los venezolanos tenían la posibilidad de beneficiarse de un visado especial Mercosur que otorgaba Colombia para trabajar o residir por dos años, pero en vista de que no había reciprocidad de Caracas en el marco del “Acuerdo sobre Residencia de Nacionales de los Estados Partes” Bogotá suspendió este beneficio.
“El país ha sido poco serio en el proceso de integración. Cuando se ingresa a este tipo de alianzas se te obliga a ajustar normas, se te obliga a dialogar. Venezuela nunca hizo eso a pesar de que creó una comisión presidencial y hasta fondos para invertir”, lamenta Ramírez.
Venezuela incorporó en julio pasado a su ordenamiento jurídico el Arancel Externo del Mercosur que grava las importaciones que vienen de fuera del bloque. También decidió incorporar el Certificado de origen digital, pero quedan pendiente casi 300 normativas según la Cancillería paraguaya.
Más que una derrote económica lo que ocurrió con Mercosur es un golpe político rotundo que deja malparada a la “diplomacia bolivariana”. Hasta el 1 de diciembre Caracas tendrá tiempo para cumplir con lo exigido en el Acuerdo de Adhesión.
Sin duda las negociaciones serán de carácter político en los próximos tres meses y Maduro tendrá mucho que ofrecer si no quiere ver la bandera de Venezuela bajando del mástil de la sede del Mercosur.