Manos de Piedra, más que un peso ligero

Ojo Global Noticias/AP

 

Manos de Piedra» («Hands of Stone») es una cinta biográfica bastante larga y convencional sobre el campeón de boxeo panameño Roberto Durán, un hombre que The Associated Press alguna vez declaró como el séptimo mejor pugilista y el número uno de peso ligero del siglo XX.

 

Para aquellos que no están familiarizados con su historia, el tí­tulo de la pelí­cula se refiere al mote de Durán, quien era famoso por los golpes poderosos que lo llevaban a ganar. Cuando se enfrenta a Sugar Ray Leonard por el tí­tulo de peso walter en 1980, tení­a un record de 71 combates ganados y uno perdido. También gana en esa ocasión, pero perdía seis meses después en una rara revancha que ha pasado a la historia como la pelea del «no más», la frase con que Durán supuestamente pedía al arbitro que pudiera fin al combate en el octavo asalto. Lo cierto es que entre la primera y la segunda pelea, Durán habí­a perdido condición fí­sica.

 

Este evento es dramatizado en la cinta del guionista y director Jonathan Jakubowicz, con su compatriota Edgar Ramírez en el papel de Durán y el cantante Usher Raymond como Leonard. Pero a pesar de que ese momento decisivo es lo que ha fijado el lugar de Durán en la historia (aunque es probable que no dijera esas palabras), esto difícilmente es lo más importante en «Manos de Piedra», que busca dar contexto a la vida de Durán con todas sus complicaciones.

 

El filme enfoca la historia desde la perspectiva del famoso entrenador Ray Arcel (Robert De Niro), quien va a observar a Durán en acción antes de aceptar entrenarlo. Para entonces ya era grande, pero Arcel está ahí para llevarlo al siguiente nivel, es decir, a Estados Unidos. Durán no está interesado al comienzo, odia Estados Unidos por lo que le han hecho a su país. Esto permite que «Manos de Piedra» presente una versión endulzada de los disturbios de 1964 por la soberaní­a del Canal de Panamá.

 

Durán, quien nacía en 1951, crecía en este tiempo convulso que marcará su punto de vista polí­tico hasta la edad adulta. Fue un chico pobre y comenzó a pelear en las calles cuando tenía ocho años y de manera profesional a los 16. La película se desarrolla como una cinta biográfica convencional al relatar sus orígenes humildes y su anhelo por el amor de Felicidad Iglesias (interpretada por la cubana Ana de Armas, quien también tiene el papel de chica guapa en «War Dogs») y la rápida y graciosa expansión de su familia.

 

Eventualmente se rinde a la asesorí­a de Arcel y ambos se adentran en la aventura de convertir a Durán en un super astro, lo cual desde luego lleva al dinero, las drogas, el hedonismo y la perdición que solemos ver en este tipo de películas.

 

Con toda esta historia que contar, resulta algo confuso por qué Jakubowicz decida presentar tanto de Arcel, desde sus pleitos con la mafia a la relación con su esposa (Ellen Barkin) y la hija que le ha ocultado a su mujer. Es sin duda un hombre interesante e incluso se podría hacer una pelí­cula aparte con su historia, pero aquí da la sensación que es una historia paralela innecesaria. Pero es De Niro en una pelí­cula de boxeo, así que es un coprotagonista.

 

Fuera de las distracciones, Ramírez y De Niro demuestran que son una buena dupla. De Niro asume un papel paternal, uno que no grita y vocifera desde la esquina del cuadrilátero sino que peina cuidadosamente el cabello empapado de Durán entre rounds. La idea era que Durán confundiera a los oponentes al lucir sorprendentemente fresco, bañado y arreglado a la mitad de una pelea. Ramírez es completamente convincente en el papel de Durán, como el pit bull complicado que es, pero el público se mantiene a la distancia y no tiene una verdadera oportunidad de sentir empatía.

 

«Hands of Stone», distribuida por Weinstein Company, es una buena pelí­cula apta para adolescentes y adultos. Sin embargo, es inevitable sentir que ya hemos visto pelí­culas iguales. La AP le otorga dos estrellas y media de cuatro.

 

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Lindsey Bahr está en Twitter como www.twitter.com/ldbahr

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