El «machismo empresarial» en Latinoamérica no deja de existir

 

Más del 55% de las mujeres en América Latina y el Caribe son económicamente activas

 

 

Por Victoria González Albanez (*)

 

Si algo caracteriza a las mujeres latinoamericanas, de esta época, es la capacidad de hacer equilibrio entre sus carreras profesionales y la familia. Esto ha significado un paso adelante para la búsqueda de la igualdad de género en América latina. Demostración de ello, es la cantidad de mandatarias que ha tenido o tiene la región. Incluyendo a Dilma Rousseff, exjefa de Estado de Brasil, Michelle Bachelet, presidenta electa de Chile, y Cristina Fernández de Kirchner, exmandataria de Argentina.

 

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la participación de las mujeres en el mercado laboral de Latinoamérica «casi se ha duplicado desde 1975». Y, aun cuando para el año 2015 el porcentaje de féminas económicamente activas en América Latina y el Caribe sobrepasaba un 55%, todavía persiste la desigualdad de salarios y oportunidades. Esta cifra nos sirve como un recordatorio de que el machismo no se elimina tan fácilmente en la región.

 

Machismo en la oficina

Un estudio realizado por la consultora McKinsey (2015), señala que el 70% de los consultados en América Latina, cree que las presiones familiares llevan, al menos, a algunas de las mujeres a dejar su empleo. Por esta razón consideran, que deberían dedicarse a las tareas del hogar y no a trabajar.

 

Y es que, las mismas mujeres son las que llevan la bandera sobre las dificultades que implica manejar el trabajo y los hijos, durante las primeras etapas de la carrera. Pues aseguran que la principal responsabilidad recae sobre ellas. Se convierte en una faena agotadora, muchas deben viajar y realizar tareas relacionadas a lo laboral, durante los fines de semana. También, una barrera obvia es la percepción cultural – que existe en la región – de que deben ocuparse de sus familias, mientras que los hombres son los encargados de van a trabajar y traer el pan a la mesa.

 

Además, la falta de féminas en altos cargos, hace que las empleadas más jóvenes tengan pocos modelos o mentores femeninos o que sea más fácil entender el equilibrio vida – trabajo. No es raro observar como en la directiva, ellas representan menos del 10%.  Mckinsey, afirma – en el mismo estudio – que “el 8% de los miembros de los comités ejecutivos de las 348 empresas, que cotizan en América Latina, eran mujeres”.

 

Según un informe de Desarrollo Humano de la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2015) las mujeres en América Latina y el Caribe, quedan excluidas de cargos directivos y asumen cada vez más horas de trabajo no remunerado, a medida que la población envejece.

 

La OIT asegura que “las mujeres siguen concentradas en pocas ocupaciones mal pagadas y subvaloradas socialmente: la educación, la salud o los servicios sociales. Un ejemplo es el trabajo doméstico realizado por el 90% de las féminas de la región. Además las sociedades latinoamericanas valoran menos las actividades llevadas a cabo por ellas, a pesar de que éstas sostienen un tercio de los hogares”.

 

 

 

Venezuela es la excepción en la región

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, de la Organización de las Naciones Unidas), “el único país que se aleja de esta realidad es Venezuela, donde los ingresos entre hombre y mujeres son igualitarios. A pesar de las grandes dificultades sociales, políticas y económicas que vive actualmente dicho país, éste se encuentra al mismo nivel de igualdad de género laboral que países desarrollados como Australia. Ocupa la casilla 64 de un ranking de 134”.

 

Desde que el ex Presidente, Hugo Chávez, llegó al poder se ha mantenido una política de promoción activa de igualdad de género, incluso lo ha incluyó en sus constitución de 1999.

 

Según el Global Center Gap (Brecha Global de Género), en el año 2015: “en segundo lugar de igualdad de ingresos por género en América Latina se encuentra Honduras, una de las naciones más pobres del continente. En contraste, con Brasil, Chile y Argentina, quienes se encuentra con los menores índices”.

 

Entre otros estudios similares, llevados a cabo por el Banco Interamericano de Desarrollo, “ubican a Bolivia como el país de la región en el que los salarios femeninos están mejor ubicados que los masculinos. Se argumentaba incluso que las bolivianas ganaban un 1,8% más que los hombres en circunstancias similares”.

 

Por su parte, la Fundación Thompson Reuters, afirma que el acoso laboral (manoseo, hostigamiento verbal y físico) es una de las principales preocupaciones de las mujeres en países como Argentina, Brasil y México.

 

El progreso de las mujeres en material laboral en la región: lento y desigual

La OIT, informó que “la tasa global de progreso muestra que Latinoamérica y el Caribe, se tardará 81 años en alcanzar la igualdad de género en el lugar de trabajo, 75 para lograr la paridad salarial y 30 para mantener el equilibrio entre hombres y mujeres en posiciones de liderazgo”.

 

Cifras mundiales, indican que las mujeres devengan un promedio de 23% menos que los hombres. La brecha salarial en la región es de aproximadamente un 17%. Según datos de la ONU.

 

Aun cuando uno de los avances más significativos en los últimos años, ha sido la educación en el número de mujeres matriculadas en la enseñanza primaria, secundaria y superior, se observa el poco liderazgo que éstas tienen en el mundo corporativo. Según una encuesta de CEPAL (2015), realizada en 72 grandes empresas de la región, solo 3 de ellas eran lideradas por féminas.

 

Este mismo estudio asevera que en América Latina y el Caribe, “por cada 100 hombres que viven en la pobreza, hay 117 mujeres. La investigación concluye que si las féminas tuvieran el mismo acceso al empleo que los caballeros, la pobreza en la región disminuiría en 14 puntos porcentuales”.

 

Sin embargo, algunas compañías en América Latina están empezando a reconocer la necesidad de retener el talento femenino. Y han materializado el apoyo institucional con: horarios flexibles, acuerdos de trabajo remoto y licencias por maternidad pagas (un promedio de tres meses en América Latina, aunque algunos países ofrecen seis).

 

 

Crear conciencia social

Según la OIT, durante los últimos 20 años unas 50 millones de mujeres se han incorporado a la población económicamente activa de América Latina y el Caribe, pero en “la región aún persisten brechas de género que deberán ser superadas con decisiones políticas para seguir generando más y mejores empleos”.

 

Un total de 20 países de América Latina y el Caribe actualmente cuenta con leyes de violencia contra las mujeres. Lastimosamente, solo 8 asignan recursos específicos en su presupuesto nacional, según datos de la CEPAL.

 

La CEPAL, informa que “Perú fue el primer país en promulgar una ley para prevenir y sancionar el acoso sexual en espacios públicos. Argentina, Chile y Paraguay se encuentran gestionando leyes similares. Venezuela cuenta con la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia”, la cual  amplía las garantías de protección y respeto.

 

La discriminación de género atenta contra los principios y derechos fundamentales del trabajo, los derechos humanos y la justicia social. Debilita el crecimiento económico y el óptimo funcionamiento de las empresas y los mercados de trabajo.

 

El conocimiento de las trabajadoras acerca de sus derechos es fundamental para un efectivo ejercicio de éstos. La difusión de información acerca de ellos, es un instrumento clave para mejorar la condición de la mujer en la sociedad.

 

 

 

 

(*) Victoria González Albanez es una periodista venezolana experta en comunicaciones corporativas e investigación.

 

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