La devoción hacia un mal recuerdo
Por Gabriel Garcia de Lorca
El pasado 13 de agosto una de las figuras emblemáticas de la historia contemporánea mundial cumplió 90 años, Fidel Castro, un personaje que ha causado admiración para muchos y malas memorias para otros, pero en la realidad el hombre hijo de un terrateniente español acaudalado, es un sinónimo de palabras como dictadura, represión y exilio. La gran interrogante es la posición de alabanza y hasta devoción de algunos líderes latinoamericanos y mundiales ante este personaje.
Este cronista que les escribe y quien ha estudiado bien la revolución cubana y la vida de Fidel Castro, no puede concluir otra cosa sino que fue un dictador brutal con mano de hierro y la historia lo ha perdonado de pagar todos sus pecados.
Cuando uno ve a presidentes como Evo Morales, Nicolás Maduro, Rafael Correa y hasta Cristina Fernández de kirchner hablar del líder cubano como una especie de super hombre la pregunta que salta es si debemos llorar o reír. ¿Será qué descubrió la cura del SIDA o el cáncer, al sobrevivir a 643 intentos de asesinatos? Pero viajemos más al pasado y tratemos de responder esta interrogante: ¿Logró la paz mundial y mejoras para su pueblo cuando provocó la crisis de los misiles en Octubre de 1962?
En todas las cumbres o reuniones que se realizan en América, ya sea que participe Estados Unidos o esté ausente, siempre se toca el tema del embargo por parte de Washington a Cuba. No puede negarse que dicha medida debería ser levantada para el beneficio del pueblo cubano, pero por otra parte se deja a un lado el asunto de presionar a La Habana para que se abra a la democracia, que sean lo cubanos quienes elijan su destino, gocen de libertades socioeconómicas y lo más importante hacer un llamado al gobierno de los Castro para que deje de tratar de influenciar a la región con sus políticas aún atrapadas en los años 80 y que solo sirven para perjudicar a los pueblos. El caso de Venezuela, por ejemplo.
Parece que la devoción hacia Fidel hace que los gobernantes latinoamericanos pierdan el sentido de la historia. Cada presidente que visita Cuba, bien sea por una reunión o la firma de un acuerdo, debe como obligación religiosa (que ellos mismos se la imponen) saludar al dictador, ¿quién sabe que le tienen que preguntar?, pero lo que es inaceptable es que a su imagen se le atribuya el sinónimo de paz, amor y bienestar de los pueblos.
Un ejemplo de este caso es el muy cuestionado proceso de paz de Colombia entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC. Tanto el presidente Juan Manuel Santos como el líder de esa organización armada insurgente, Iván Márquez, durante las conversiones que se están dando en La Habana, en algunas ocasiones fueron a entrevistarse con el líder anciano cubano, quizá querían un resumen del libro favorito del dictador «¿Por quién dobla las campanas?» de Ernest Hemingway, o algún dato de cómo no aburrir a las personas, tal como él no lo hizo con su discurso en la Organización de Naciones Unidas, el 29 de Septiembre de 1960, que duró cuatro horas; tal vez simplemente querían aprender a decir una mentira creíble al igual que Castro, cuando aseveró claramente «no somos comunistas», en 1958.
Sobre el caso venezolano se podría escribir una tesis histórica. Carlos Andrés Pérez, después de ser elegido democráticamente por segunda vez presidente en 1988, se dio el lujo de invitar al dictador cubano a su toma de posesión. A Pérez parece que se le olvidó que el 8 de mayo de 1967 Castro invadió Venezuela violentamente por las playas de Machurucuto. Fue gracias al Ejercito venezolano y la intervención americana en Granada que los comunistas fueron repelidos.
La admiración del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez a Fidel era casi enfermiza, tanto que Venezuela firmó miles de acuerdos inconvenientes con La Habana, como fue regalar 100 mil barriles de petróleo al mes a cambio de médicos, deportistas y personal militar cubano, y meterlos en las instituciones del Estado Venezolano.
Castro sabía que Venezuela no era el Chile de Salvador Allende, y con Chávez podía hacer lo que quería, gracias a que es un encantador de serpientes, tanto así que la isla tuvo una mejoría económica con el sustento que le daba Caracas, pero ahora que Nicolás Maduro ha hecho casi colapsar la economía venezolana, los cubanos vuelven a entrar en recesión y el presidente Raúl Castro, que es otro recuerdo socialista- comunista, no tendrá más remedio que volver a declarar medidas de austeridad por la razón de no ver hacia el futuro más allá de sus vivencias en el poder.
A pesar de que Venezuela está sumida en la peor crisis de su historia, según los portales de información del país como El Nacional, o SuNoticiero.com, Nicolás Maduro, el «heredero de Chávez» gastó más de 400 mil dólares en celebrar el cumpleaños de Fidel el pasado 13 de agosto en La Habana. Nos imaginamos que el presidente venezolano quería trucos para mantener su bigote largo, ya que Castro confesó una vez que no se afeitaba la barba porque le llevaba 15 minutos en hacerlo. Las medicinas, comida y seguridad de los venezolanos no es de importancia a cambio de un año más de vida del líder supremo de la revolución.
Latinoamérica ya está saliendo del populismo, pero se debe reconocer que algunos gobernantes a punta de referéndums y triquiñuelas políticas quieren imitar a Fidel Castro, es decir, estar eternamente en el poder. Nicolás Maduro lo copia al tener presos políticos y no querer procesos electorales con opositores, Evo Morales de Bolivia quiere estar toda la vida de presidente a pesar de perder la consulta que lo iba autorizar para tal fin, Rafael Correa quiere controlar a los medios a su antojo y eso es por nombrar solo a tres de ellos.
Fidel Castro gobernó Cuba durante 49 años. A lo largo de su mandato se sentaron en la Oficina Oval diez presidentes de Estados Unidos, todos denunciaron la violación de los derechos humanos del dictador hacia su pueblo con el maltrato, arresto y torturas a los opositores, impuso una poderosa censura a los medios con una única verdad que es la oficial, lo que hace que la isla sea una sociedad no acorde al mundo globalizado y por ende este aislada solo viendo al malecón.
Castro no es motivo de admiración, es solo un mal recuerdo de la Guerra Fría, es la imagen de como América se hizo la vista gorda ante la necesidad y sufrimiento de un pueblo, porque simplemente no había negocios atractivos que hacer con la isla y menos con un hombre quería gobernar para siempre, la ideología y la resistencia de las naciones eran solo una excusa, todo ese discurso heroico que tuvo durante 49 años de gobierno, se viene abajo con el simple hecho de que según la revista Forbes, el dictador cubano es uno de los hombres más ricos del mundo.
Estos admiradores del comandante deberían analizar si de verdad Fidel Castro trajo prosperidad, paz, libertad y unión a su pueblo, o si fue un egoísta que lo único admirable quizá fue resistir los ataques de Estados Unidos por décadas, y durar en el poder 49 años, ¿algún beneficio para Cuba? La verdad no lo hay, sino pregunte a quién tiene una tarjeta de racionamiento cubana. Puede que su legado más importante es que sus ciudadanos manejan carros de los años 50 muy bien cuidados.
Trabajo escrito por Gabriel Garcia de Lorca, para Ojo Global Noticias, videos de Youtube, foto de diaadia.com.ar