La crisis de Venezuela quiebra el equilibrio de Mercosur
Mercosur deberá celebrar pronto una reunión de cancilleres (Foto/Flickr)
Por: Frank López Ballesteros
La división que reina en el pleno de los países socios de Mercosur frente a la crisis política en Venezuela ha llegado al nivel de que Argentina rechaza que el gobierno de Nicolás Maduro asuma la presidencia rotativa del bloque a partir de este uno de agosto, lo que promete generar debates acalorados.
El bloque comercial integrado por Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Venezuela no logró consenso tras la reunión de cancilleres, el 11 de julio, en lo que se refiere al traspaso de mando semestral. Uruguay, que ostentaba la presidencia protempore hasta el último día de julio parece ahora dejar la silla vacía.
Mercosur ha caído en su propio laberinto en medio del camino que llevó a Venezuela a formar parte del bloque como miembro pleno, en agosto de 2012, cuando en una enrevesada maniobra tutelada por Argentina, Brasil y Uruguay, se decide la expulsión temporal de Paraguay tras un supuesto golpe de Estado contra el presidente Fernando Lugo. El Congreso de ese país rechazaba aprobar la adhesión de Caracas por lo que se mantenía trabado el proceso.
Ahora, el Gobierno de Argentina bajo el mando de Mauricio Macri, ha rechazado la proclamación de Venezuela en la Presidencia del Mercosur y no reconocerá su cargo en el organismo internacional, según el diario Clarín, en consonancia con las posiciones oficiales ya dadas por Buenos Aires en los últimos días.
El argumento oficial de los argentinos es que Venezuela no aprobó una serie de protocolos que se les exigen a los países miembros cuando se incorporó al foro en 2012. Y más importante aún, no se cumplieron formalidades del Consejo del Mercado Común.
El presidente de la Comisión de Política Exterior del Parlamento venezolano, Luis Florido, publicó una carta en la que Susana Malcorra, canciller argentina, expresaba a sus homólogos de Mercosur, con excepción de Venezuela, que existen trabas jurídicas para que la nación caribeña tome la presidencia protempore por los próximos seis meses.
Pero más allá de los formalismos, el problema de fondo parece ser la crisis institucional que atraviesa Venezuela con presos políticos, desconocimiento de la oposición y una profunda recesión y escasez, que ha generado preocupación en la comunidad internacional.
Este domingo 30 de julio la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, afirmaba airosa por medio de un comunicado que “a partir del día de hoy, la República Bolivariana de Venezuela asumirá con beneplácito el ejercicio de la Presidencia Pro Témpore del Mercosur” siguiendo los principios del tratado fundacional.
Las trabas
El problema, en todo caso, es que si bien dicho tratado, así como el reglamento interno de funcionamiento no refiere que la oposición de un país u otro debe impedir la presidencia de uno de sus miembros, el bloque se ha caracterizado en el consenso para la toma de decisiones clave, y en este caso la presidencia de Venezuela pasa por el rechazo de la mayoría.
El Gobierno del presidente de Paraguay, Horacio Cartes, fue el primero en negarse públicamente a que Caracas asumiera el cargo del bloque regional argumentado trabas en el cumplimiento de requisitos internos. Lo cierto es que los paraguayos son confesos detractores de Nicolás Maduro, a quienes culparon en 2012 de la expulsión del país para permitir el ingreso de Venezuela.
“Queda claro que NADIE le ha entregado presidencia de MERCOSUR al régimen de Maduro. La región consciente que en Vzla no hay democracia”, escribió Florido en su cuenta de Twitter, tras publicar la carta de la canciller argentina.
Atrapado en un limbo de contradicciones sobre aspectos como el comercial, donde Venezuela es el mayor detractor de la apertura económica del bloque, sus países miembros están atrapados en dos debates clave en este momento. El primero, y más local que ningún otro, qué hacer con la situación venezolana. No hay consenso incluso para una reunión del bloque con el fin de tratar esto.
Segundo, y no menos importante, las posiciones sobre un Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea, donde Brasil y Argentina son los mayores impulsores, pero a su vez los más críticos con las condiciones.
Lo que vive Mercosur con Venezuela es un reflejo de la parálisis de la región a la hora de responder a tiempo a una crisis política de uno de sus miembros, para evitar situaciones como estas. El giro ideológico que vive América Latina promete ahora acabar con la “década de oro” de silencio con que el chavismo se impuso.