El desarme de las FARC impactará en América Latina

Por Frank López Ballesteros

Ojo Global Noticias

 

A medida que Colombia se acerca a un rotundo acuerdo de paz con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el camino para ese fin aún tiene obstáculos concretos, pero los asuntos que inquietan a un grueso de los colombianos y la comunidad internacional es si todos los insurgentes se desmovilizarán, y si sus armas terminarán destruidas y no en manos del crimen organizado.

 

Las redes criminales fuera de Colombia, incluyendo las apostadas en su frontera con Venezuela, se han lucrado durante años de los negocios y la experiencia de la guerrilla, por lo que hay voces que desde Caracas y Bogotá exigiendo que el desarme se haga de forma correcta, con el temor de que buena parte de ese arsenal ya esté fuera del país y en poder de mafias.

 

Por un lado, la guerrilla exige claridad de si habrá una amnistía para sus delitos, un punto que mantiene a Colombia divida en si aprueba o no el acuerdo final de paz, ya que será a través de un plebiscito que se validará toda la negociación. El presidente Juan Manuel Santos, advierte constante y sonante que un “no” significará volver al combate y los cuatro años de diálogo se irán al barranco.

 

Las FARC y el gobierno de Santos negocian desde septiembre de 2012 en Cuba para poner fin a un conflicto armado de más de medio siglo.

 

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Un helicóptero antinarcóticos vuela sobre San José del Guaviare, Colombia (AP)

 

Ambas partes presentaron el viernes, cinco de agosto, los protocolos del cese el fuego bilateral que entrará en vigor cuando se firme el acuerdo de paz. Se establecieron mecanismos de monitoreo y verificación del cese del fuego, que contempla la recolección y almacenamiento de las armas en poder de guerrilla el cual se desarrollará en tres fases a los 90, 120 y 150 días de rubricar el acuerdo.

 

Compromisos sobre la mesa

Con unos 8.000guerrilleros desplazados a la largo de la geografía colombiana, estiman las autoridades, los líderes de las FARC se comprometieron  a la desmovilización pero antes exigen, casi a modo de clemencia, que se les garantice la vida y la reinserción para que no se repita la masacre de rebeldes que dejaron las armas, como ocurrió con la Unión Patriótica, en la década de los ochenta.

 

La ONU contribuirá a delimitar la zona donde se reagruparán los guerrilleros para dar inicio a la entrega de armas y las desmovilizaciones tras la firma del acuerdo de paz. Será un proceso largo, porque se quiere una lista pormenorizada de todo lo que se recolecte, desde la munición hasta el nombre del combatiente.

 

La amnistía acordada se dará tras la aprobación del plebiscito, confirmaba este lunes el senador del oficialista Partido de la U, Roy Barrera, a la revista Semana, para quien es clave un sí de los colombianos, y antes de que esto se concrete, tiene que prepararse el marco jurídico interno.

 

Desde 1992 hasta 2005, en trece países, pasando por El Salvador, Filipinas, Indonesia, Colombiano, se dieron desmovilizaciones de grupos armados insurgentes donde unas 210 mil armas fueron entregadas a los mediadores, según un estudio de la Universidad del Rosario, en Colombia.

 

En el caso de las FARC, se estima que la guerrilla poseería unos 45 mil artefactos, una cantidad considerable si se toma en cuenta el número de rebeldes en el fila. Entre fusiles, pistolas, granadas, la guerrilla está armada, y buena parte de este baluarte en los últimos años ha caído en poder de bandas criminales.

 

“Sería prudente tratar de acordar, en la medida que sea posible, la cooperación de los desmovilizados en cuestiones como la identificación de las rutas de tráfico de armas hacia y desde el país”, explicaba Ana Joya Ibarra, internacionalista de la Universidad del Rosario, en un investigación publicada por esa casa de estudios.

 

Para la experta “las rutas para el tráfico de armas son determinantes al momento de combatir este flagelo, el cual no se detendrá de cara a la negociación con las FARC porque aún existen otros grupos armados en Colombia como la guerrilla del ELN o las bandas criminales (Bacrim)”.

 

Experiencias como la guatemalteca o la hondureña son fiel muestra de las desastrosas consecuencias que acarrea no tomarse el tema del desarme —en sentido amplio— como eje primordial de un acuerdo de paz, refería Joya Ibarra, en referencia a las cientos armas que cayeron en manos de pandilleros que hoy mantienen azotados a esos países.

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El presidente de Colombia Juan Manuel Santos (AP)

 

Fronteras ardientes

El centro de Investigación del crimen organizado (InSight Crimen) sostiene que tres de los siete bloques de las FARC tienen presencia en Venezuela: el Caribe, el Magdalena Medio y el Oriental. Las rutas de cocaína de la guerrilla que llegan a Venezuela, según el Centro, están controladas por el Bloque Oriental y r el Magdalena Medio, los cuales operan en departamentos colombianos cercanos a estados Apure, Táchira y Zulia, del lado venezolano.

 

De no lograrse un desarme efectivo y realmente controlado, como la ONU espera, el mayor riesgo es que cientos de armas y sus municiones paren a manos de carteles de drogas y bandas criminales, no solo en Colombia sino en sus países fronterizos, como Venezuela y Ecuador.

 

Para evitar esto la ONU desplegará unos 500 delegados de varios países para la verificación de los acuerdos del cese de fuego, con lo que se busca una mayor transparencia.

 

El riesgo de que muchas armas salgan de control es real, pero las autoridades esperan que al menos un 90% y sino el total del armamento sea entregado, verificado y destruido.

 

Será clave la transparencia de las FARC y sus líderes para concretar esta misión. Y en las fronteras un mayor control de las guardias y lo servicios de inteligencia. La paz de Colombia, sin duda, significará un respiro para América Latina.

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