Continua el colapso en Venezuela con la baja de gasolina.
Venezuela sufre la devastación de un país después de una guerra, pero no fue un conflicto bélico lo que sacudió a una de las naciones más rica del mundo, fue el Chavismo.
MARACAIBO, Venezuela (AP) — Las sanciones estadounidenses contra la industria petrolera venezolana parecen estar surtiendo efecto, y han comenzado a verse largas colas de personas en las gasolineras de Maracaibo, la segunda mayor ciudad del país sudamericano.
Algunos conductores dijeron que habían tenido que esperar casi 24 horas para cargar combustible, por lo que la gente ha estado tomando siestas en los capós de sus vehículos o en la parte trasera de sus camiones.
Con el tanque casi vacío y atascada en la fila, la doctora en enfermedades infecciosas Yoli Urdaneta comentó que no ha podido cumplir con su turno para tratar a los pacientes.
“Tengo cuatro días intentando surtir gasolina y no he podido”, se lamentó.
Un satélite que cruzó Maracaibo el jueves capturó imágenes de autos en fila a lo largo de 1,6 kilómetros (una milla) a través de la ciudad hasta las estaciones de servicio, según Maxar Technologies, una compañía de tecnología espacial con sede en Estados Unidos.
Russ Dallen, de la empresa financiera Caracas Capital Markets, ubicada en Miami, declaró el domingo que las severas sanciones de Washington, más allá del deterioro de las refinerías, han comenzado a afectar al mercado doméstico.
Venezuela no tiene el efectivo para importar insumos claves que le permitan mantener la producción, a pesar de que tiene las reservas de crudo más grandes del mundo, dijo Dallen, quien estimó que la petrolera estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) está produciendo a entre el 10 y el 15% de su capacidad.
La producción petrolera venezolana ya estaba en declive incluso antes de las sanciones estadounidenses recientes. Pero Dallen estima que las medidas ahora están empezando a tener efectos reales, y que las refinerías venezolanas están operando muy por debajo de su capacidad debido a la falta de mantenimiento.
“Todo se está juntando en una mezcla tóxica”, dijo Dallen. “Eso realmente tiene un efecto devastador”.
Este año, el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump sancionó a PDVSA en un esfuerzo por expulsar al presidente Nicolás Maduro de su cargo, al tiempo que brindó su apoyo al líder opositor Juan Guaídó.
En esencia, las sanciones de Estados Unidos le arrebataron al gobierno de Maduro su filial Citgo, con sede en Houston, privando al gobierno de aproximadamente 11.000 millones en divisas para exportaciones este año. Los funcionarios estadounidenses dicen que este flujo de efectivo financió durante mucho tiempo lo que ellos llaman la “dictadura” de Maduro.
Las sanciones también restringen el acceso de Venezuela a los diluyentes necesarios para disolver su crudo extrapesado, similar al alquitrán, para que pueda ser transportado a más de 160 kilómetros (100 millas) desde el campo petrolero a las refinerías, donde es transformado en gasolina.
Y el estancamiento político, en tanto, muestra pocos signos de acercarse a su fin.
En una reciente ola de actividades diplomáticas encaminadas a resolver pacíficamente la crisis de Venezuela, funcionarios europeos dijeron que sostuvieron reuniones intensivas durante dos días en Caracas con actores clave.
Casi al mismo tiempo, el gobierno de Maduro y la oposición enviaron representantes a unas conversaciones auspiciadas por Noruega. Los funcionarios comprometidos en ambos esfuerzos no informaron de avances.
El pánico por la escasez se ha deslizado en la capital Caracas, donde desde hace tres días hay filas moderadamente largas en muchas gasolineras.
A lo largo del país, particularmente en Maracaibo, conductores enojados se quejaron de que la policía se estaba beneficiando de sus frustraciones. Los conductores dijeron que los agentes que supervisan las filas les permitieron a algunos pagar el equivalente de 3.60 dólares _más de la mitad del salario mínimo mensual_ para ubicarse en una cola más corta, mientras que otros esperaban mucho más para llenar su tanque con combustible subsidiado que cuesta menos de un centavo.
José Eustaquio Pérez, de 65 años, dijo que aceptó la oferta.
“Yo ya no tengo edad ni ánimo para hacer una cola tan larga. Me siento mal y por eso pagué para irme”, afirmó.
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Scott Smith reportó desde Caracas.