China y El Chernobyl que no pudieron detener.
Una Mujer camina por Wuhan -Imagen AP.
Ojo Global Noticias.
Todo régimen autoritario tarde o temprano tiene que lidiar con un desastre natural, una guerra o virus, es algo inevitable por la «dinámica» mundial y China no ha resultado ajena a esta «dinámica», pero sus decisiones al tratar de aparentar ser una estado fuerte, ha llevado al mundo a una situación que no se presentaba desde 1918 con el caso de la Gripe Española, es decir, la primera Pandemia Mundial ( Covid-19) del siglo 21 y de la cual no hay más responsables que el gobierno de Xi Jinping.
Por: Mario Quiroz.
La popular serie Chernobyl, transmitida por HBO en el 2019 fue ganadora de muchos premios debido a su enfoque apocalíptico, detalles técnicos y la recreación de la Unión Soviética de 1986. El drama Streaming nos solo presentaba todo lo que salió mal con el estallido de la central nuclear Lenin ubicada en Ucrania, sino también el caos político que se originó a nivel mundial por el esfuerzo de Moscú de minimizar los daños y tratar de ocultar lo que en realidad era el sistema socialista: Un estado ineficiente y con un poder limitado.
Cuando la radiación fue detectada por el continente europeo, todas las naciones le pidieron una explicación al secretario general de URSS , Mijaíl Gorbachov, quien no tuvo más remedio que admitir el desastre. La misión del gabinete soviético antes de la expansión de la contaminación, fue idear un plan en horas con el físico Valeri Legasov, en el cual se tuvieron que sacrificar la vida de miles de hombres para evitar que el mundo moderno muriera gracias a la incompetencia de los operadores del reactor.
En el años 86, no existía la internet de hoy en día, las redes sociales o los teléfonos inteligentes, esto fue lo que olvidó el gobierno de Beijing, que cometió el pecado de creer que podían ocultar el asunto del coronavirus.
Fueron advertidos en la propia China, las voces de alarma se alzaron desafiando al sistema opresor, porque existen personas que todavía valoran la vida por encima del «estado». Li Wenliang fue el primer médico en alertar a otros siete colegas sobre el peligro que venía con el coronavirus, cuando el mal siquiera tenía todavía un nombre asignado (COVID-19). Valientemente compartió la información luego de que siete pacientes a su cuidado fueran diagnosticados con una enfermedad similar al SARS en Wuhan, epicentro de la creciente epidemia. Difundió los síntomas que observaba y los graves peligros que implicaba la nueva micropartícula.
Cuatro días pasaron y fue citado a una central de policía donde lo acusaron formalmente de “perturbar el orden público” con sus comentarios… “falsos”. Lo obligaron a retractarse y a comprometerse a no volver a hablar del tema.
El aparato de medios estatal comenzó a llamarlos como «los ocho chismosos” para denigrarlo tanto a él como a sus amigos profesionales. Una semana después, mientras atendía a una mujer con un glaucoma, se contagió el virus del que no tenía permitido hablar. El jueves 6 de febrero murió.
Xu Zhangrun, profesor universitario, desapareció. Fue luego de que publicara un ensayo en el que cuestionaba el pobre e irresponsable manejo que Beijing hizo de la crisis por el coronavirus. “La epidemia ha revelado el núcleo podrido del Gobierno chino. El nivel de furia popular es volcánico y un pueblo así enfurecido puede, al final, dejar de lado su miedo (…). Independientemente de lo buenos que son para controlar Internet, no pueden mantener cerradas las 1.400 millones de bocas en China. Ahora puedo predecir con demasiada facilidad que seré sometido a nuevos castigos; de hecho, esta puede ser la última pieza que escriba«, había redactado el académico en su trabajo titulado “Alarma viral: cuando la furia supera el miedo”
El aparato propagandístico del Partido Comunista Chino (PCC) y de la administración central es tan severo y brutal que entrelaza tanto la censura como la persecución policial y judicial. La información que llega a la población es controlada y solo puede ser emitida una vez que pasa los sucesivos filtros que responden a los intereses de Beijing. Cuando nace una crisis -como la del coronavirus- esas capas aumentan. Los problemas parecerían no existir en China y el Estado omnipresente y omnipotente no puede mostrarse débil ante el mundo.
Nada de eso ocurrió desde fines de diciembre. La imagen del presidente Xi Jinping quedó sensiblemente deteriorada por el pobre manejo de la incipiente epidemia cuyos alcances creyó podría acallar como hace siempre sin brindarle a la población los datos precisos para defenderse de ella. La protección a la ciudadanía estuvo ausente. Una vez más. La tradicional cultura del PCC de esconder los problemas es la que el régimen pretende exportar al resto del planeta. Las consecuencias están a la vista.
El virus sel volvió un problema de escala mundial, Italia y España están pagando los errores del aparato de propaganda Chino. Ambas naciones registran más de 100 muertos al día, con una capacidad de respuesta limitada y todo gracias a que el gobierno de Beijing no suspendió los vuelos hasta muy avanzado el brote.
Estados Unidos hoy formalmente ha acusado el gobierno de Xi Jinping de ser el responsable de la coyuntura que hoy en día vive el mundo. El propio presidente Donald Trump llamó a la pandemia el «virus chino», expresión que se hizo tendencia en las redes sociales a nivel mundial debido a que las personas le dan la razón al presidente americano.
La expresión «virus chino», no es por la estigmatización estadounindense del Coronavirus, la intención de los políticos y personalidades como Mario Vargas Llosa, es hacer entender al mundo que la dictadura de Beijing tiene mucho porque responder, pero el gigante asiático de pobre estado por lo visto, apeló a la censura otra vez, al expulsar a periodistas americanos del país y retirar los libros de Vargas Llosa de todo formato.
Ahora todas las naciones están en una carrera contra el tiempo, la responsabilidad de china será trabajada después que se logre vencer una pandemia que la tenemos encima, pero nunca debemos olvidar que el gobierno de Xi Jinping tuvo su Chernobyl, en cual sacrificó a miles de sus ciudadanos, pero a diferencia de su par del pasado Gorbachov, Jinping no pudo detener la expansión de la contaminación mundial y cada persona que muera en los próximos meses, será también responsabilidad del Estado Chino.