Brasil, el mundial versus los Juegos Olímpicos
Brasil. Energía creativa en los “Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016” versus un insípido y bochornosos show en el “Mundial de Fútbol Brasil 2014”
Por Victoria González Albanez
Los “Juegos Olímpicos Río de Janeiro 2016”, han llegado a su fin. Brasil se despide de ser la anfitriona del deporte. Pues en los últimos tres años, ha precedido los dos eventos deportivos que más atención atraen alrededor del mundo: el “Mundial de Fútbol” y las “Olimpíadas”. Sin embargo, muy distintos entre sí. En el primero, la organización, detalle y belleza fue un gran ausente y en el segundo, brilló la alegría, austeridad y emotividad.
De acuerdo con la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación) la “Copa Mundial en Brasil 2014”, alcanzó una audiencia total – de todo el torneo – de 3.480 millones de aficionados que disfrutaron, en sus hogares o en línea (incluye dispositivos móviles), de los diferentes juegos.
Por su parte, el “Olympic Broadcasting Services” (OBS), un apéndice del Comité Olímpico Internacional (COI), asegura que “Río 2016” recogió a 5.000 millones de espectadores. Esta cifra incluye a todas aquellas personas que miraron alguna prueba deportiva en la televisión o en el teléfono celular durante 30 minutos.
Si hay algo común en ambos eventos, es la cantidad de seguidores cuya pasión amasa miles de millones de dólares. Sin embargo, las ceremonias de inauguración y clausura, distaron mucho una de otra.
Las duras críticas sobre la ceremonia inaugural y de clausura del “Mundial 2014”, tenían en velo a la fanaticada y seguidores de los Juegos Olímpicos. Quienes creían que los errores cometidos se repetirían o nublarían la inauguración de “Río 2016”. Existía poca credibilidad y confianza en Brasil como país organizador.
Aciertos y errores: exuberante celebración vs fracaso en escena
En un país marcado por la desigualdad económica y grandes tensiones políticas, la ceremonia de apertura de los “Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016”, se convirtió en una exuberante celebración, llena de energía creativa donde destacó la cultura de las favelas que se erigen sobre las emblemáticas playas de la ciudad. También, destacó la música, alegría y colorido que caracteriza a la nación anfitriona.
Un evento, muy pensado, ya que su producción no se olvidó de la historia. Pues explicó la forma en la que se construyó el complejo mosaico que es el Brasil actual. También, llevó un mensaje al mundo: la importancia de cuidar el planeta Tierra. Ejemplo de ello, fue que cada uno de los atletas – que desfilaron – sembró una semilla para un futuro bosque que servirá como legado para la ciudad de Río de Janeiro.
El show tuvo la presencia de algunos artistas locales, además de las escuelas de Sambas del país, quienes dieron rienda suelta a la percusión y pusieron a bailar al público y a algunas delegaciones de deportistas, en especial a la brasileña.
Por su parte, la ceremonia inaugural del “Mundial Brasil 2014″, contó con un estadio semi-vacío, pésimo sonido, desorden en la coreografía, vestimenta pobre, un campo en mal estado y errores en las banderas de los países participantes. De todas maneras, lo más bochornoso fue el error del director de cámaras que se distrajo con la bola gigante del centro del campo y se perdió uno de los momentos más emotivos de la ceremonia: cuando un joven parapléjico, con un exoesqueleto que le permitió pararse de su silla de ruedas, dio el puntapié inicial.
En esta oportunidad, “Río 2016”, probablemente el mítico estadio de Maracaná, se preparó con mayor cuidado y detalle para los Juegos Olímpicos. Pues recibía a más de 11.400 atletas de 205 países participantes en 42 competencias deportivas que se celebraron desde el pasado 5 de agosto, al 21 de dicho mes. Brasil no quería continuar con la mala fama.
El país debía borrar la dura crítica recibida en el “Mundial 2014”. Pues se había convertido en un insípido show, con un espíritu de celebración que no era como se esperaba. A pesar de que la idea era buena: un homenaje a la naturaleza y la representación de los pueblos originarios, poco o nada se entendió en pantalla. De esta manera, no se consiguió transmitir el mensaje para los fanáticos, quienes no captaron la idea principal que había tras la representación.
Sumado a esto, la mala interpretación y desempeño de la canción “We are one”, de Jennifer López, Pitbull y Claudia Leitte, acompañada de las dificultades de audio, ayudaron a que se agudizaran las críticas respecto al desarrollo del evento. Adicionalmente, el acto pasó por alto la tradicional participación que tienen los presidentes del país sede y la institución deportiva. En este caso, la Presidente de Brasil (para el año 2014), Dilma Rouseff, y su par en la FIFA, Joseph Blatter, optaron por no dirigirse al público por el temor de ser abucheados.
Por otra parte, la ceremonia inaugural de “Río 2016”, realizada en el mítico estadio Maracaná, recibió, a casa llena, a 80.000 asistentes y 40 jefes de Estado y cancilleres; y contó con la participación del Presidente del Comité Olímpico Internacional Thomas Bach. Sin embargo, tampoco contó con la presencia de Dilma, quien – en este momento – es objeto de un juicio político.
Michel Temer, Presidente interino de Brasil, pidió que ésta no fuera mencionada para evitar comentarios que alteran el protocolo, aseguraron los medios brasileños. La intervención seguramente más emotiva fue la de Carlos Arthur Nuzman, Presidente del comité organizador de los Juegos, quien hizo un apasionado discurso combinando el inglés, portugués y algo de francés.
Una FIFA corrupta vs a un COI concentrado en los valores deportivos
La Copa Mundial de Fútbol que se realizó en Brasil “representó un negocio para la FIFA de 4.000 millones de dólares entre patrocinios y derechos televisivos. Y para las selecciones sudamericanas participantes significó cerca de 180 millones de dólares en publicidad”. Con estas cifras el riesgo de corrupción fue más que inminente. Asegura el portal Web Semana Sostenible (2015).
Medios de comunicación y el reciente escándalo de corrupción en la FiFA, demuestran el enriquecimiento propio a través de actividades delictivas que implican corrupción y sobornos en los cierres de contratos. Además de la manipulación de los resultados de los partidos y la extorsión de miles de millones de dólares de gobiernos ingenuos, como Brasil.
Este hecho empañó el torneo. Además, la falta de capacidad política de sus gobernantes, para el año 2014, no pude contener el descontento popular. Se descubrieron gastos, sin control, en obras suntuosas que provocaron un rechazo generalizado por parte de la población de Brasil.
La construcción de estadios, ampliación de aeropuertos y el desarrollo de infraestructura, representó una inversión de más de 20.000 millones de dólares. Esto benefició, ampliamente, a la FIFA, a los especuladores y financistas internacionales. Fue una toma arrogante, en la que la Organización llegó a Brasil a saquear al pueblo y con la aparente complicidad del Gobierno.
Sin olvidar, que la Federación Internacional de Fútbol Asociación, cobra comisiones por todos los derechos que venden sus miembros. Incluye campeonatos nacionales y regionales. Algo le toca a la FIFA por cada camiseta, calcetín o bota que se vende. Además recientes investigaciones, desatadas por el escándalo de Petrobras, demuestran la corrupción que hubo detrás de la construcción y organización del Mundial 2014.
Este no ha sido el caso, o por lo menos pruebas que lo sustenten, de la Olimpíadas 2016. El Comité Olímpico Internacional (COI), ha expresado – en varias oportunidades y declaraciones a medios de comunicación internacionales – que no han recibido ninguna prueba de actos de corrupción que involucrara a los miembros del COI y al gobierno de Brasil.
Bien es sabido que, hace más de 15 años, el COI tuvo que limpiar su reputación debido a una investigación que se abrió en los Juegos Olímpicos de Invierno 2002 en Salt Lake City (Utah, EEUU). Este escándalo provocó la renuncia o expulsión de 10 de sus miembros, quienes estaban denunciados por acciones de soborno.
Meses antes de la inauguración de los Juegos, el COI descartó que las instalaciones de las Olimpíadas estuvieran involucradas en el escándalo de corrupción de las constructoras de Brasil. Cosa que, según sus declaraciones, no puso en riesgo la organización de los “Juegos de Río 2016”.
Sin embargo, no debe olvidarse que, aunque el Comité Olímpico Internacional no esté envuelto en escándalos de corrupción, como fue el caso de la FIFA (en el Mundial 2014), si es importante destacar que 5 firmas de ingeniería fueron las que construyeron la mayoría de los proyectos (de 11.000 millones de dólares) que se necesitaron para los Juegos. Todas ellas están bajo investigación por arreglo de precios junto a Petrobras.
Además el mayor conglomerado de construcción de América Latina, Odebrecht S.A. (que está en el centro del escándalo por Petrobras), está involucrado en más de la mitad de los proyectos olímpicos por valor. Según contratos revisados por Reuters.
Aunque la corrupción es algo característico de Brasil, ésta no se hizo sentir en los Juegos. Pues las Olimpíadas, resultaron estar blindadas ante los problemas que asechan al país. Además fueron ejemplo de constancia, trabajo y de los valores deportivos. Éste no fue el caso del “Mundial 2014”, donde se asegura que hubo arreglos y acuerdos en los resultados de los partidos. Convirtiendo el torneo en una mafia cuyos intereses ponen y deponen equipos en la gloria o en la derrota, según su mejor conveniencia económica. Y no en una celebración que exalta el juego honesto.
“Rió 2016”: una fiesta digna de un carnaval
Las diferencias, entre ambos eventos deportivos, también se hicieron sentir en las ceremonias de clausura. El acto final del Mundial duró unos escasos 18 minutos. El show musical – presentado en el césped del Estadio Maracaná – no logró prender al escaso público presente. Ni siquiera la participación de la cantante colombiana, Shakira, encendió los ánimos en Río de Janeiro. Lo que generó fuertes críticas en los medios de comunicación y dejó a muchos con ganas de más. Sin embargo, el acto final de “Río 2016”, fue una fiesta digna de un carnaval.
Aunque existe claridad en que ambos eventos deportivos son diferentes en su esencia y organización, lo único que los unía era el país sede y que los albergaba: Brasil. De esta manera, se evidencio la austeridad y la emotividad que distinguieron, también, el último festejo olímpico en Río, pues el país volvió a apelar (tal como lo hicieron en el acto inaugural) a su música como carta credencial para conmover al mundo.
En ese sentido dejaron de manifiesto la capacidad de los brasileños para organizar este tipo de eventos, pese a sus problemas políticos, económicos y sociales. Al final, los Juegos resultaron brillantes en lo deportivo y no experimentaron problemas graves en su desarrollo en los 17 días, a no ser por la tonalidad verde de la piscina de saltos, lo que se corrigió después.
Trabajo escrito para Ojo Global Noticias por la periodista Victoria González Albanez, fotos AP