Brasil cierra el ciclo de oro de su izquierda en el poder

 

Venezuela, Ecuador y Bolivia anunciaron el miércoles el retiro de sus embajadores en protesta por la destitución de la presidencia de Brasil, lo que generó reacciones dispares entre los países de América Latina

 

Por Frank López Ballesteros

 

Ojo Global Noticias/Análisis

 

Dilma Rousseff ya no es presidenta de Brasil. Con 54 millones de votos que respaldaron su reelección en 2014, la primera mujer en gobernar la nación más grande de América Latina se lleva con su destitución 13 años de gobierno consecutivo del Partido de los Trabajadores (PT), con lo que cae un gran vestigio de la izquierda en el poder dentro de la región.

 

La decisión del Senado brasileño de aprobar este miércoles la destitución de la presidenta pone fin a un enfrentamiento de un año que paralizó la economía más poderosa de Latinoamérica y evidenció para los analistas, las profundas brechas de su sociedad en todos los aspectos.

 

Se abre un período de incertidumbre donde el reto del presidente interino, otrora vicepresidente de Rousseff, Michael Temer, deberá conducir un país sumido en su recesión más profunda en los últimos 30 años. Los ajustes impositivos, las reformas sociales afectarán su magra popularidad, por eso el futuro de su gobierno es arriesgado.

 

En menos de doce meses América Latina ha visto salir del poder a dos gobiernos de izquierda que edificaron una alianza junto con la Venezuela de Hugo Chávez: en Argentina la victoria de Mauricio Macri acabó con el «reinado» de Cristina Fernández de Kirchner, y ahora en en Brasil el Senado destituye a Rousseff.

 

Bajo el timón de Luis Ignacio Lula da Silva, Brasil comenzó a ser gobernada por el Partido de los Trabajadores, un movimiento cuyas acciones permitió a millones de ciudadanos de ese país salir de la pobreza e inscribir la imagen de la nación suramericana como potencia emergente.

 

Como un virus sin vacuna, la corrupción “también” golpeó al PT y quedó en evidencia que nadie es inmune al dinero fácil. Como telón de fondo durante la toda la crisis estaba la amplia investigación sobre sobornos multimillonarios en la petrolera estatal Petrobras que salpicó a todos los partidos, pero el descrédito sobre el oficialismo fue mucho más poderoso porque llegó al propio Lula.

 

En una década Brasil salió de la órbita de influencia de Estados Unidos para emerger como potencia con sus propios intereses. Está por verse el papel que el nuevo gobierno tendrá frente a Washington en asuntos como la economía, las relaciones internacionales o su rol en la crisis de Venezuela.

 

Aún quedan bajo gobiernos de izquierda o en la órbita del “socialismo del siglo XXI” Bolivia, donde Evo Morales está en el cargo desde 2006. Rafael Correa que llegó a la presidencia de Ecuador un año después y sigue en su tercer mandato, y Uruguay, donde Tabaré Vázquez sustituyó a José Mujica.

 

Lo evidente de lo visto en el Senado de Brasil es que el poder es efímero y las crisis tarde o temprano terminan impactando. Lo ocurrido allí es reflejo de que tanto la izquierda como la derecha son vulnerables a la corrupción y las luchas intestinas por dominarlo todo. Sin duda la transición ideológica comenzó en América Latina.

 

Queda por ver si Lula apuesta por un nuevo período presidencial en 2018, si antes la investigación por corrupción no se lo impide.

 

Las reacciones en cadena

Venezuela, Ecuador y Bolivia anunciaron el miércoles el retiro de sus embajadores en protesta por la destitución de Rousseff, lo que generó reacciones dispares entre los países de América Latina.

 

De sintonía ideológica con la ahora exmandataria, los gobiernos Nicolás Maduro, Rafael Correa y Evo Morales calificaron la salida de Rousseff de «golpe de Estado», destacó AP.

 

En contraste, el presidente de Argentina, el conservador Mauricio Macri, manifestó que respeta la decisión del Senado brasileño y reconoció la legitimidad del gobierno de Michel Temer.

 

Venezuela fue un paso más allá y además de retirar a su embajador también resolvió «congelar las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno surgido de este golpe parlamentario» en referencia a Temer.

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