Los británicos empiezan a imaginar su salida de la Unión Europea

 

Perder a los migrantes tendría efectos demoledores en el sector de la fruta fresca, que genera unos 1.200 millones de libras (1.600 millones de dólares) en ventas al por menor.

 

Por Ojo Global Noticias/AP

 

Redacción

 

Londres.- Ismigyul Ismetova envuelve los dedos sucios de tierra en torno a una frambuesa madura, la arranca de la mata y deja la fruta en una bandeja en un campo de Suffolk, completando una tarea demasiado delicada para una máquina.

 

Aunque su trabajo es poco cualificado, es un eslabón esencial de la cosecha de bayas. Sólo hay un problema: los agricultores británicos podrían quedarse sin trabajadores como esta búlgara de 25 años debido a la votación en Reino Unido a favor de abandonar la Unión Europea (UE).

 

Precisamente la primera ministra británica, Theresa May, se reunió hoy miércoles con su gobierno en su retiro de verano para discutir planes específicos para la salida del país de la Unión Europea, en una sesión que busca resaltar la unidad del Partido Conservador.

 

La primera ministra británica Theresa May en la residencia oficial de 10 Downing Street (AP)
La primera ministra británica Theresa May en la residencia oficial de 10 Downing Street (AP)

 

Y es que los productores británicos de frutas y verduras dependen de los temporeros de otros países de la UE para la cosecha, porque los trabajadores locales ya no quieren unos empleos con bajo salario, una alta exigencia física y que ofrece poca seguridad laboral.

 

Los ciudadanos del bloque de 27 países tienen derecho automático a trabajar en cualquier estado de la unión, y los trabajadores poco cualificados del este de Europa han ayudado a impulsar la economía británica desde que sus países se sumaron al bloque en 2004. Esa mano de obra se ve amenazada ahora, después de que las preocupaciones sobre la inmigración impulsaran la campaña a favor de abandonar la UE.

 

«Los agricultores británicos son los que podrían tener más que perder por el Brexit de todos los sectores en Gran Bretaña», dijo Emily Lydate, del Observatorio de Política Comercial Británica en la Universidad de Sussex. «Y uno de los motivos para eso es su dependencia de la mano de obra de la UE».

 

También otros sectores dependen de los trabajadores europeos, ya que más de 1,9 millones de ciudadanos de la UE suponían el 6,1% de la fuerza de trabajo británico el año pasado, según la Oficina de Estadística Nacional. La manufactura fue el sector con más empleados comunitarios, 292.000 personas, seguida de las ventas minoristas y mayoristas con 240.000; la hostelería con 213.000 y el empleo sanitario y social con 176.000.

 

Sin embargo, pocos dependen tanto de los migrantes como la industria de la producción de alimentos. La agricultura británica emplea a unos 67.000 trabajadores de temporada cada año y más del 80% de ellos procede de otros países de la UE, según la Oficina de Interior.

 

Los británicos quieren empleos de oficina que no implican trabajar al aire libre, dironizó Robert Rendall, de 38 años, director gerente de Peake Fruit y director de Boxford Farms, que emplea a 220 temporeros extranjeros y es proveedora de grandes cadenas de tiendas de alimentación como Sainsbury y Tesco.

 

Por lo general, a los trabajadores migrantes se les exige vivir en las plantaciones para que lleguen pronto a los campos, y trabajan hasta tarde en una carrera por recoger la fruta madura antes de que eche a perder. Los trabajadores, que trabajan en función de la producción, pueden inclinarse 4.000 veces al día para cortar apio o recolectar 20 kilos de frutillas por hora, según un informe de 2013 del Comité Asesor de Migración de la Oficina de Interior.

 

Golpe económico

Perder a los migrantes tendría efectos demoledores en el sector de la fruta fresca, que genera unos 1.200 millones de libras (1.600 millones de dólares) en ventas al por menor.

 

«La cosecha madura y hay que recogerla cuando toca cosecharla. No podemos esperar al lunes por la mañana para hacerlo, de modo que necesitamos esa mano de obra», dijo Rendall. «Si no tenemos esa mano de obra, no recogemos la cosecha, de modo que los empleos de más valor —los empleos de procesamiento, los empleos de ventas, los empleos de logística— no existen».

 

Por si no bastara con eso, los agricultores también dependen de subsidios de la Unión Europea, que también peligra mientras Reino Unido esboza una nueva relación con los otros 27 miembros del bloque. Aunque el gobierno ha prometido mantener esos subsidios hasta 2020, los nerviosos agricultores ya se están preparando.

 

Rendall, cuya abuela comenzó la granja familiar cuando se mudó a Reino Unido desde Israel en 1938, decidió este año posponer una inversión de 500.000 libras (650.000 dólares) en plantaciones de cerezos que habrían generado un millón de libras (1,31 millones de dólares) en ingresos anuales.

 

«La incertidumbre apartará a los agricultores de estas cosechas que requieren mucha mano de obra», señaló L. Alan Winters, director del Observatorio Comercial. «No van a ponerse sentimentales con esto. No les van a preocupar las frutillas británicas en Wimbledon», señaló, en alusión a la tradición de comer fresas con nata durante el torneo de tenis de Wimbledon.

 

Esto implica que es probable que la fruta fresca se encarezca y que los que quieran comprar productos locales lo tengan cada vez más difícil, pese a los recientes esfuerzos para persuadir a los consumidores de que lo hagan por el bien de su salud y de la economía.

 

Medidas sobre la mesa

Reino Unido podría asegurarse la mano de obra aprobando leyes de visados especiales para trabajadores agrícolas extranjeros, como ha hecho en el pasado. Pero con tantos detalles por concretar tras la votación sobre la salida de la UE, no está claro cuándo podría resolverse eso.

 

Toda la incertidumbre preocupa a Ismetova, que llegó desde Targovishte, un antiguo asentamiento comercial en el nordeste de Bulgaria, donde el mejor trabajo que puede conseguir le da 2,30 levs (1,30 dólares) por hora. En Gran Bretaña gana 7,20 libras (9,45 dólares) una hora, casi siete veces más, de modo que está dispuesta a aceptar un empleo sin un horario fijo ni días libres previstos con antelación.

 

Aunque el trabajo es de temporada y el coste de la vida en Gran Bretaña es más alto que en casa, Ismetova está satisfecha viviendo en un remolque con su marido, conductor en el almacén, y ahorrar dinero. Sueña con comprarse una casa en Reino Unido.

 

«Si Reino Unido impide que la gente como yo venga aquí a trabajar, serían malas noticias», dijo.

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